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MISION DE LOS LLANOS.—CAPITULO II 79 nes de los indios, inflamado en el amor de Dios y del próji- mo, pidió permiso al P. Prefecto para salir a recoger más in- dios (1) por los montes y riberas de los ríos donde suelen vi- vir; concediósela gustoso, y para ello se preparó algunos días antes. Después, tomando su bendición, salió de la pobla- ción de San Francisco del Pao el día primero de cuaresma del año 1665, llevando consigo algunos indios, ya cristianos, y un lengua o intérprete. Fueron navegando por el río Pao, hasta llegar al que llaman Portuguesa, que es un afluente del caudaloso Orinoco. Allí, en sus riberas, encontró una gran partida de indios Caribes, que, cual manada de brutos, discurrían y vagaban por una y otra parte en sus canoas. Irritados los bárbaros con tan impensado encuentro, procuraron matarle. Embistióle primero mm cacique que los capitaneaba. Con la macana le- vantada se vino hacia él, pero el siervo de Dios le esperó de rodillas, tan sin turbación, que justamente admirado el bár- baro al ver la serenidad del Misionero, se contuvo y moderó su cólera para no descargar el golpe. Llegaron después los indios que acompañaban al Padre, e informaron al cacique quién era, y el fin que se proponía aquel religioso al ir a buscarlos, que era poblanos y hacer- los cristianos, para que así pudiesen vivir más cómodamente, y después ir a la gloria eterna. Empezaron los indios infie- les a oír con gusto las pláticas del siervo de Dios, y fué Su Majestad servido de que se rindieran a ellas más de cuatro- cientas almas, y, embarcándolas en más de sesenta. canoas, empezaron a navegar río arriba, dándole repetidas gracias a Dios por el feliz suceso de su viaje. Fué navegando el bendito varón con su flotilla por el río Pao, y para que fuese más glorioso el triunfo, quiso el Señor que en el viaje, que duró hasta Pascua de Resurrección, tu- viese no pocos trabajos que ofrecerle por la destemplanza del clima y falta de mantenimiento, la cual fué tal, que en el espacio de más (le cincuenta días, no comió otra cosa que el (1) Crónica del P. Anguiano. (Biblioteca N. de Madrid. Sig. 18.178).

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