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76 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA con los Padres de Aragón, y he pasado a la de Caracas, para ayudar a nuestros religiosos, que son pocos y en nada asistidos de los Pa- dres de Aragón, en cuanto a la asistencia a los indios, pues ya cono- cen las dificultades que tiene el que dos Misiones sean gobernadas por un Prelado, distantes cerca de doscientas leguas. 12. Hemos resuelto que sean distintas, y esto no lo hubiéramos conseguido, si no fuera ayudados del señor Gobernador de esta pro- vincia de Caracas, a quien estamos muy obligados por su mucha de- voción, y de quien tenemos recibidas muchas limosnas. En cuanto al estado de la Misión, hay mucho que decir; sólo referiré, por mayor, algunas cosas: una de ellas es que el informe que se hizo a España, y el cual motivó nuestra venida, fué falso, y todo lo hallamos muy al contrario de lo que el informe contenía; pues decía que muchos mi- llares de indios pedían el bautismo, y sólo hallamos ciento cincuenta, con guarnición de soldados para evitar la huida; los cuales no creen que hay Dios verdadero, ni dan adoración a cosa criada; sólo se di- ferencian de los brutos en que caminan en dos pies. Andan desnudos, y para su alimento se contentan con raíces de la tierra y pescado de las lagunas y ríos; éste le tienen en abundan- cia y suelen andar vagueando de unos ríos a otros, Como están habi- tuados en esto, tienen mucha repugnancia en estar poblados. Al pre- sente tenemos dos pueblos con ochocientas almas, poco más o menos, Tucuragua y A cari gua. Por haber asistido yo todo el tiempo en la otra provincia de Cu- maná, no he visto esta de Caracas, ni sé de cierto si hay muchos in- dios; ahora lo veré todo, y de lo que sintiere daré aviso a Vuestra Caridad, y esta es la causa por que ahora no pedimos religiosos, ni se informa al Consejo, por no empeñar la provincia, hasta reconocer si es cosa de fundamento; al presente nos hallamos necesitados de sa- yal. Vuestra Caridad se sirva acordarse de nosotros en la primera ocasión. Días pasados tuve carta de mi Lector, y me decía cómo había pe- dido para mi la obediencia de predicador; si no la ha conseguido, so- lo me queda el amparo de Vuestra Caridad. Los religiosos todos se hallan muy gustosos y trabajan fielmente. Bendito sea Dios que da tanto gusto, cuando nos hallamos con tantos trabajos. Dios guarde a Vuestra Caridad y le conceda la salud y gracia que para mí deseo.—Caracas, 27 de marzo de 1661. De Vuestra Caridad siervo, Fr. Pedro de Berja. —Concuerda esta carta con el original que me ha escrito D. Juan Manuel de Miravalles, vecino de esta Corte, a quien se la volví a entregar, de que doy fe.— Madrid, a 20 de mayo de 1757.—En testimonio de verdad, Lorenzo de Cortés".

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