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MISION DE LOS LLANOS.—CAPITULO 1 73 chicha, que es la bebida con que se embriagan. Todo su manten¡- miento depende del arco y la flecha, con que cazan y pescan; y algu- nas raíces y frutas silvestres. Por esto, el mayor trabajo que tienen los Misioneros cuando los reducena población, es instruirles en el cultivo de la tierra, a fin de que recojan maíz y yuca para mantenerse; lo que apenas se puede conseguir de los que se sacan del monte, a causa de su flojera e indo- lencia, que no hay modo de vencer. Lo poco que recogen, si no lo guarda el Misionero, luego lo convierten en bebidas para embriagarse n sus fiestas. 5. Son tan flojos, perezosos, haraganes y dados a la ociosidad, que, por verse libres de las exigencias de los Misioneros, que tratan de obligarlos a trabajar y hacer sus siembras, huyen con mucha fre- uencia en grupos numerosos a los montes, sin que tengan otro moti- vo la fuga que éste de no querer trabajar; y como, por otra par- te, el trabajo es indispensable para procurarse el sustento, de aquí la más grande dificultad para los Misioneros, Otra, y no pequeña, es la falta de vestidos; pues, todos los indios de Los Llanos, debido al calor y a las inundaciones, que duran de seis a ocho meses, andan desnudos, y es preciso vestirlos desde el primer momento; para ello recurren los Misioneros a la siembra de algodón, y enseñan a las indias a hilar, poniéndoles una tasa semanal; después lo tejen, y con esto visten a los indios de la población, y guardan algo para los que se van reduciendo. 6. Las naciones que viven diseminadas en estos Llanos son mu- chas; hasta ahora (1) hemos conocido las siguientes: Guamos, Ata- tures, Cuguaros, Guaxivos, Chiricoas, Guaranaos, Othomacos, Daza- ros, Yarusos, Chiripas, Atapaymas, Amayvos, Cherrechenas, Tapan- tas, Guayguas, Guires, Coyamos, Achaguas, Guayquires, Mapoyes, Tamanacos y Aruacayinas, estas cuatro últimas son de las riberas del Orinoco. Dichas naciones son de distintos idiomas, y cada una de ellas a cual más bárbara, diferenciándose unas de otras en el lenguaje, más que los españoles de los ingleses; siguiéndose de esta variedad de idiomas gran trabajo a los Misioneros para instruirlos y catequizar- los, no siendo posible que los religiosos puedan naturalmente apren- der tanta variedad de lenguas; y hacerlo por intérpretes, aparte (le los muchos errores e inconvenientes, es moralmente imposible; pues no se encuentran en estas lenguas salvajes términos adecuados para darles a conocer los misterios de nuestra Religión, que son necesa- rios necessitate medii para su salvación. Y si esto se hace por medio de símiles, además de que su capa- • cidad es muy corta y limitada, conciben muchos errores, que los po- (1) Memoria del P. Olivares en 1745. (Archivo de los Capuchi- nos de Sevilla).

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