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ORIGEN DE LAS MISIONES,—CAPITULO VI 53 2. Llegó esta carta a Madrid, junto con otra del P. Pre- fecto, Fr. Lorenzo de Magallón, en que pedía al Consejo se les diera permiso a los Misioneros de Cumaná para quedarse con sus hermanos en la provincia de Caracas, ya que era im- posible entrar a reducir a los indios Cumanagotos, por hallarse en guerra con los españoles. Cuando el Consejo Real tuvo conocimiento de estas dos cartas, al ver en ellas ciertas coincidencias, puesto que el P. Magallón, sin pensarlo, confirmaba las injustas afirmaciones de su propio acusador, expidió en 1660 una Real Cédula, pro- hibiendo que fueran más religiosos a Venezuela, y mandando que se retiraran a España los doce que allí había. Cuando llegó esta Real Cédula a Venezuela, ya estaban todos los Misioneros en sus respectivas Misiones, y habían vencido las primeras dificultades, fundando en Los Llanos la población de Tucuragua, y en Cumaná Nuestra Señora de ¡os Angeles de Guácharo; reconociendo estos grandes adelan- tos en la propagación del Evangelio y reducción de los indios, los Gobernadores de Caracas y Cumaná, de acuerdo con los Cabildos eclesiástico y civil, se opusieron a que los Capuchi- nos abandonaran sus Misiones. El Gobernador de Cumaná acu- dió incluso a la violencia y publicó un bando, amenazando con gravísimas penas al que se atreviera a embarcar los Misio- 3. Convinieron, por fin, en que fueran dos a dar cuenta al Rey de todo lo que había pasado; se embarcaron los PP. Fran- cisco de Tauste y Agustín de Frias, quienes presentaron una Memoria al Consejo Real, la que fué examinada junto con los informes de los Gobernadores de Caracas y Cumaná, y demás documentos relacionados con este asunto; y sucedió que no hubo acuerdo en el tribunal; mientras que unos pocos pedían se cumpliera la Real Cédula y se vinieran a España los Misio- neros, otros, con su presidente a la cabeza, que lo era enton- ces D. Mateo de Villa-Marín, apoyado por D. Juan B. Sáenz Navarrete y D. Alvaro Benavides, presentaron a Su Majestad