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ORIGEN DE LAS MISIONES.—CAPITULO IV 45 Viendo el Cabildo de Caracas el inmenso fruto que hacían los Capuchinos, y la aceptación general que habían tenido en aquella ciudad, estando la Sede Vacante, pidió Misioneros Ca- puchinos para reducir los indios de aquella provincia; y el Rey, Felipe IV, que amaba de verdad a nuestra Orden, despa- chó inmediatamente una Real Cédula, fechada en el Buen Re- tiro, en 21 de mayo de 1658, que dice en sustancia (1): "El Rey: Conde de Villaumbrosa, Presidente de mi Consejo de Cas- tilla y Presidente de la Casa de Contratación de las Indias. El Deán y Cabildo de la Iglesia Catedral de la provincia de Venezuela, me han es- crito en carta del 22 (le noviembre del año pasado, de 1657, que hacía dos meses había llegado a dicha ciudad un Religioso Capuchino, lla- mado Fr. José de Carabantes, de los destinados para la conversión (le los indios Cumanagotos; y que, desde que este religioso entró en aque- lla población, no dejó de predicar el santo Evangelio y confesar, mo- viendo los fieles a penitencia y cambio de vida. Dicen, además, que aquella provincia se extiende hasta Los Lla- nos, que están poblados de diferentes naciones de indios, que se lla- man Guamonteyes, gente humilde, que nunca ha dado guerra ni im- pedido los pastos, caminos y aguas a los españoles; que un vecino de Nueva Segovia (2), con permiso del Gobernador, había entrado a estos Llanos; y a su costa habla formado un pueblo al cual se iban juntando muchos indios, con harta necesidad de pasto espiritual; y que el único remedio es que vayan algunos PP. Capuchinos de los que llegaron para Cumaná, y que vengan más de España. También se vió en mi Consejo una carta del P. Agustín de Frías, que escribe desde las Misiones de Cumaná, y pide más religiosos y ropa para vestir los indios, pues son muchos los que necesitan de las luces de la fe Católica y pocos los obreros espirituales. Considerando todo esto, mandamos que procuréis que, en la armada que se está • aprestando, salgan seis religiosos para la provincia de Caracas; y gas- taréis hasta la cantidad de cuatrocientos o quinientos ducados en ro- pas y demás, que pide el Padre Agustín de Frías. Y daréis todas las órdenes para el aviamiento de los dichos seis religiosos, de suerte que vayan bien acomodados.—Yo, el Rey". (1) Véase P. Valencina; Reseña Histórica cit., t. V. pág. 153. (2) Fué este D. Andrés Vera y Moscoso.

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