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MISION DE LOS LLANOS Y APURE.—APENDICE 391 / El día 5 salimos, siguiendo nuestra caminata al Poniente, y pasa- mos al pie de la serranía o galería arriba dicha, la que tendrá como de cuatro a seis leguas de largo, toda de piedra y con alguna arboleda, y al parecer algunos manantiales, de que se forman dos quebradas abun- dantes que salen de dichos cerros. Los árboles son chaparros y alcor- noques, y siguiendo nuestro camino encontrarnos con indios; pero co- mo nuestro fin no era detenernos, porque el tiempo era angustiado, les dimos alguna cosa de comer y un poco de tabaco, con que queda- ron muy contentos y Pasamos adelante. Y caminaríamos en este día doce leguas. El día 6, seguimos el rumbo al Norte, y este día pasamos el Zan- jón o pica arriba nombrada con gran trabajo por lo sondable, y ser preciso para pasarla hacer balsas y no encontrarse maderas a propó- sito, porque, aunque hay, éstas son verdes y muy pesadas. En fin este din, después de haber salido de algunos trabajos fuimos a ranchear a una vertiente de agua que salía de un morichal, en el cual dimos con un pueblo de indios Otomacos, los que no hicieron demostración al- guna, bien que se les regaló con comida y tabaco, y dormimos allí, y nos gratificaron con unas esteras hechas de palmas de moriche muy bien hechas. Y caminamos en este din como doce leguas. El día 7, caminamos a nuestro rumbo, siempre por sabana, y pa- samos el río arriba dicho Arenoso, y fuimos a dormir a las orillas de una laguna grande, a poca distancia de un medano de arena que pa- recia Ufl Cerrito, al pie del cual había un pueblo de indios de treinta o cuarenta personas, entre chicas y grandes, las cuales al principio trataron de inmutarse, según las señales de haber tomado sus arcos y flechas; pero habiéndoles habiéndoles hecho hablar por el lenguaraz que se lleva- ha, luego se tranquilizaron y vinieron a dar donde estábamos ranchea- dos, y nosotros los recibimos con benevolencia y les regalamos comí- (la y tabaco y algunas chucherías para las indias. Esta gente, así los hombres como las mujeres, andan todos desnudos sin clase de ropa alguna. Y en agradecimiento (le lo que se les había dado, el capitán (le ellos, que es el que manda o gobierna, que al parecer es siempre el mas anciano, me mandó de Presente una culebra que, a mi parecer, en el grueso seria como el muslo de un hombre, y de largo más de tres varas. Y viendo la monstruosidad, de que me quedé espantado, tuve a bien el devolvérsela, habiendo yo pasado personalmente a su cabaña, y héchole decir con el lenguaraz que le estimaba en mucho, pero que no comíamos aquellos manjares, y con otras demostraciones que yo le hice quedó el indio muy contento. En este día caminamos diez leguas. El día 8, siguiendo nuestro rumbo así al Norte, pasamos el ria- chuelo arriba nombrado Aguablanca, y siguiendo nuestro camino ]le- gamos al río Capanaparo, donde se hizo noche. En este día también se encontraron indios en la sabana, como seis u ocho, y uno d ellos llevaba un ciervo muerto bastante grande. Nosotros no hicimos caso,
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