BCCCAP00000000000000000000503

MISION DE LOS LLANOS YAPURE.—.APENDICE 389 no daba vado por parte alguna. En fin, en fuerza de nuestro trabajo se encontró una ladera que dividía dos grandess charcos que apenas se podía pasar a pie, y para pasar las pobres bestias, éstas pasaron grandes trabajos, pues calan en un gran precipicio, que entraban de cabeza y salían de barriga.. A este caño se le puso el nombre de Pica, por haber sido preciso abrirlo para poder pasar, aunque el monte no era muy grande. En esta jornada se caminaron como diez leguas. El día 26, siguiendo nuestro rumbo, llegamos al río nombrado Si- naruco; este río no es corno el Apure, pero es grande y fué preciso pa- sarlo en balsas, que hicimos nosotros. Todas estas tierras, pasado el río Cunaviche, son tierras altas y se encuentran arrecifes, unos grandes y otros pequeños, y muchas piedras y cascajos. En este día encontramos otro pueblo de indios, de nación Otomacos, el cual se compondría, en- tre pequeños y grandes, como de cincuenta personas, toda buena gente, manifestando en la cara risueña y alegre su contento. Y habién- dolos gratificado con un poco de pan, carne, dulce y tabaco, nos co- rrespondieron en darnos pescado fresco que tenían en sus chozas, y dormimos inmediatos al pueblo sin ningún temor, por no haber expe- rimentado en ellos ninguna viveza. En este día se caminaron diez le- guas. El din 27, que fué el día deseado, llegamos al no Meta, el cual tie- ne montaña alta y gruesa; allí abrimos camino y fuimos al río, donde • se estuvo pescando, y se sacó un pescado llamado cajaro; y bebimos del agua de dicho río y salimos afuera, en donde hicimos alto hasta el otro día. Y en un palo grande y corpulento se formó una cruz con un hacha para que sirviese de lindero o límite. Hasta el otro día camúi- namos diez leguas. Este no tendrá tanta agua como el Apure. El día 28, caminamos al Naciente todo aquel día por la sabana, buscando la boca del río Meta, en cuya caminata no se encontró cosa especial, sólo algunas piedras grandes, y se vieron las dos serranías del Orinoco. No encontramos en este día cosa de indios y caminamos de diez a doce leguas. El día 19 de marzo caminamos siempre al Naciente, solicitando la boca del Meta, y, en efecto, llegarnos ya sobre tarde, y la anduvimos, primero, orillando las arenas del gran Orinoco; pero yo lo andu- ve por dicho monte de la boca en la cual se hallan una grande ceiba y porción de palos de sangre de dragos grandes y muchos palos de aceite. Su monte es grande y claro, su boca es muy ancha, pues ¡nc parece tiene Inedia legua de amplitud. En el mismo monte se hallará una piedra que tiene de alto de cinco a seis varas y de circunferencia de quince a veinte varas, y en esta di- cha piedra se halla una especial providencia, que es que hallándonos los que allí estábamos solicitando agua para modificar el calor que te- níamos, por los grandes soles que hacían y hallarse el agua del río Me- ta distante como media legua por correr hacia el Sur, a puras diligen- cias que hicimos dióle gana a uno de los peones, que lo fué Ambrosio

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz