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378 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA ra su vestuario, harina, aceite, cera y vino para celebrar; lo que se en- viaba en su especie en los registros que venían a esta provincia, lo que duró hasta el año de 1699 en que se hizo la última remisión. Después mandó su Majestad por su real cédula, fecha en Lerma a 18 de diciem- bre de 1721 se pagase en las cajas reales de Caracas lo que se debía a los religiosos desde el año de 1705 a razón de cincuenta pesos cada año a cada religioso; cuya cantidad aplicaron dichos Misioneros, cediendo cada uno lo que le-tocaba para el ornato de las iglesias y para los gastos tan considerables que se hacen en las entradas a la reducción de los in- dios y en la manutención de los reducidos, herramientas, vestuario, cu- ración de sus enfermedades, cte., como todo consta de las cuentas de los respectivos Prefectos de estas Misiones. Esta limosna duró hasta el año de 1730. Pues aunque su Majestad (que Dios guarde) a instancia y con- sulta del Ilustrísimo señor Gobernador presente, mandó en su real cé- dula su fecha en El Pardo a 4 de marzo de 1739, se nos satisficiesen di- chos cincuenta pesos: hasta ahora no se han pagado. Por esto y por lo que contiene la citada cédula, se vendrá en conocimiento (le nuestro desinterés, sin embargo (le las urgencias tan grandes que padecen las Misiones, sus indios y operarios. Y habiendo faltado este socorro, como también el de las limosnas que nos hacían para estas expediciones los fieles españoles, por la suma cortedad y miseria en que hoy se halla constituida esta provincia; no nos viene a quedar otro refugio, asilo y amparo que el (le la Misión de San Javier y la corta arboleda de cacao Que en ella plantó, para ayuda de esto, el Padre Fr. Marcelino de San Vicente...... 11 5. Se explica perfectamente Ja dificultad que tenían los Misioneros en aquella época para cobrar su menguado sínodo, si se tiene en cuenta la falta C.e recursos que había entonces en las tres provincias venezolanas, debido a la escasez de pobla- ción, pues al comenzar el siglo XVIII apenas llegaban a veinti- cinco las poblaciones que pagaban contribución en todo el te- rritorio (le las antiguas colonias, porque los pueblos de indios no tributaban en su mayor parte y, cuando se les exigía el tri- buto para levantar las cargas de la colonia, se huían a los mon- tes. El citado P. Miguel de Olivares atribuye a esta escasez de recursos el fracaso de la segunda expedición de los Misioneros Catalanes a Guayana el año 1717, con treinta familias de isle- nos que los acompañaban (1). "Las treinta familias (le Islas para fomentar las Misiones de Gua- yana, llegaron este año (1717) con una real cédula de su Majestad para 17 T10 423. 1

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