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MISION DE LOS LLANOS Y APURE.—CÁPITULO XXVIII 371 Caracas el año 1798, en el que ordena se observen todas las disposiciones vigentes relativas a la fundación de los pueblos y que, después de fundados, no se mude ninguno sin especial licencia suya (1). No es nuestro intento referir las diversas vicisitudes por las que pasó la creación de la Cátedra de Matemáticas en la Universidad de Caracas; pero todos los historiadores convie- nen en que el primero que las explicó fué el P. Andújar. "Los estudios matemáticos, dice el eminente Arístides Ro- jas (2), se abrieron en la Universidad de Caracas bajo el dicta- do de un sabio capuchino, del P. Andújar, uno de los maestros que tuvo Bolívar antes de su salida de Caracas en 1798". Blanco-Azpurúa determina el tiempo de la creación de la cátedra (3) "En 1785 ci Padre Andújar, capuchino aragonés de mucha erudi- ción, propuso al Capitán General interino, Don Manuel González, re- gentar gratis una cátedra de Matemáticas, con el único objeto de acli- matar en el país este ramo de los conocimientos humanos. Por el mo- mento accedió el Gobernador, con la reserva de que fuese apoyado por el Monarca de España". Sin embargo, L. Duarte Level (4) afirma que esto aconte- ció en 1798 y era Gobernador don Pedro Carboneli: "El Capitán General don Pedro Carboneli apoyó al Obispo, y con- seguidos los recursos, Fray Francisco de Andújar, Capuchino, abrió una Academia de Matemáticas en una casa particular el 24 de junio de 1798, y en 12 de julio lo participó así el Padre Andújar al Consulado y le pi- dió un auxilio monetario para la compra de instrumentos y para que el instituto pudiera enseñar alumnos pobres que no podían contribuir con el estipendio con que contribuían los demás". (1) Biblioteca Nacional de Madrid, signatura 3649. (2) Arístides Rojas, "Capítulos de la Historia Colonial", pág. 191. Y hablando de la enseñanza de Bolívar, añade el mismo autor, que al instalarse el Libertador en casa de su tutor, "comenzó el Padre Andú- jar, Capuchino muy instruido de aquella época, a enseñar al niño los rudimentos de religión, moral e historia sagrada, que sabia mezclar con historietas graciosas que tenían por objeto llamar la atención del discípulo y captarse la mejor voluntad". (Leyendas históricas, t. II, Ca- racas, 1891, pág. 253). (3) Documentos cus. T. 1, pág. 208. Las mismas palabras textua- les repite Arístides Rojas, "Orígenes oenzolanos", t. 1, pág. 318.

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