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ORIGEN DE LAS MISIONES.—CAPITULO III 35 fecto, Lorenzo de Magallón, presentó el año 1653 un nuevo y largo informe impreso, en que hace historia de todo. En la parte informativa de este documento encontramos cartas interesantes, cuyos principales párrafos no deben que- dar en silencio, pues nos revelan el alto concepto que los fir- mantes tenían de nuestros Misioneros. El Cabildo y Regidores de la ciudad de Cumaná dicen al Rey: "Han quedado los indios de esta provincia tan aficionados a las loables costumbres de los Capuchinos, que se tiene por cierto que sólo a ellos recibirán en sus tierras, excluyendo a cualquier otro religioso que Su Majestad les envíe, de que se seguirán grandes dificultades, pues están muy sentidos de que se los hayan quitado; hasta ahora los hemos templado, prometiéndoles que vendrán pronto". 3. El Gobernador de Cumaná escribió varias cartas con este motivo; en una de ellas dice: "Confío en la Divina Majestad, que ha de mover los ánimos que has- ta ahora se han opuesto a tan justa y santa empresa; quizá porque no conocen, ni consideran que impiden con ello la reducción de estos in- dios, o al menos la retardan, en querer cambiar los Misioneros, pues les ha de extrañar y causar novedad el que no les manden aquellos con quienes estaban bien hallados". O. Francisco Pimentel, vecino de La Guaira, escribe: "No puedo significar Con palabras el sentimiento que tuvimos to- dos con la separación de los Capuchinos de las Misiones de Pii'itu, por ser cosa tan conocidamente del servicio de Dios y de Su Majestad, dejar abandonadas tantas almas infelices, expuestas a la apostasía y a la seducción del enemigo". 4. Termina el alegato el P. Magallón, diciendo: "Aunque es verdad que el principal motivo que ha de obligar a Su Majestad y Consejeros Reales a despachar esta Misión de los Cuma- nagotos y tratar activamente de su conversión, es la precisa obliga- ción que tienen de cuidar aquellas almas y proporcionarles el reme- dio que ellas necesitan y piden: Misioneros que las adoctrinen y pro- tejan contra sus enemigos. Y se ha dado el caso, por dos veces, en tiempo de los Gobernado- res D. Benito Arias y D. Juan lirpín, que los corsarios holandeses se han introducido en Tierra Firme, por el puerto de Cumanagoto, favo- recidos por los indios, por lu cual la Real Audiencia de Santo Domin- go mandó conquistar esta provincia". 5. Todos estos informes hicieron, sin duda, impresión en el ánimo de los Consejeros Reales; pero los enemigos de los re-

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