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MISION DE LOS LLANOS Y APURE.-.--CAPITULO XXVII 359 entraron en Venezuela hasta aquella fecha; pero que jurar la Constitu- ción y tomar carta de naturaleza en Venezuela, nunca jamás lo harían, por ser contrario a lo pactado en Marsella con el representante del Go- bierno, y en este sentido escribió al P. Julián, que habla quedado en la Misión. Semejante resolución (del Gobierno) afligió en gran manera a este celoso Misionero, pues vela que todos los esfuerzos realizados hasta en- tonces en la reducción de los indios eran casi inútiles, y temía con razón que los que en adelante realizara no serian más eficaces que éstos; y no se equivocó, por desgracia...... Habiendo regresado al Palote, eneontróse con que su compañero había sido atacado de la fiebre, con tal fiereza, que le había dejado en los huesos, y con un color cadavérico, sin médico, ni alimentos, ni me dicinas......se reanimó el enfermo y restableció algún tanto, y confia- dos en la divina Providencia, siguieron instruyendo a los indios, casan- do a los que estaban públicamente amancebados y bautizando gran nú- mero de niños...... El día 4 de Octubre recibieron un oficio del gobernador (le la provincia, mandándoles abandonar la misión y trasladarse a Achagas o a otro punto cualquiera. Ay! Quién podrá describir el sentimiento de esta naciente Iglesia al ver que iban a ausentarse sus Padres ca la fe, e iban a quedarse huérfanos y abandonados como antes? Desconsolados y con lágrimas en los ojos al considerar que quedaban esclavos (le cuatro malvados, exclamaban: "Ahí infelices de nosotros, ya nos vamos a los bosques! ¡Ya no queremos nada con el Gobierno; ya no le creeremos más, pues nos ha engañado!" 7. En vista de la orden recibida, emprendieron inmedia- tamente su marcha en una canoa, llegando a los POCOS días a Achaguas, y repuestos algún tanto de su quebrantada salud, siguieron hasta Güigüe y Valencia. Tal fué el final de la proyectada empresa de reorgani- zar las Misiones de los Llanos y Apure; fracasó porque el Go- bierno no quiso proteger a los Misioneros, y además, les exi- gió un juramento que ellos no podían prestar. Este relato del Padre Adoain merece entero crédito, por tratarse de un testigo de vista, que confirma exactamente las noticias trasmitidas por los antiguos Misioneros. En efecto, el P. Espera nos dice en su lista del año de 1790, que los Ca- puchinos tenían del otro lado del Apure catorce pueblos, y que estaban fundando ocho más; y cincuenta y tres años después afirma el P. Adoain que había entre el Apure y el Meta una

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