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32 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA ces sorprendidos con la notificación de la orden que traía del Consejo para que se retiraran a España. 4. Oyéronle los Misioneros con el justo rendimiento y ofrecieron ejecutarlo prontamente, sintiendo mucho tener que abandonar aquellos pobres indios, pues no se les ocultaba el riesgo a que quedaban expuestas aquellas pobres almas, que con tanto trabajo habían reducido a poblaciones y reengendra- do en Cristo por medio del santo Bautismo. 5. Retirados los Religiosos a sus Misiones para preparar el viaje, se esparció pronto la noticia de la orden que traía el Gobernador Brizuela, siendo general el sentimiento, no sólo de los indios, sino también de los vecinos de Cumaná. Los ofi- ciales reales hicieron ver al Gobernador lo injusto de la orden. Entonces el Gobernador estudió por si mismo el asunto, y como tenía en su poder la Real Cédula donde se expresaban las causas de tal resolución, comprendió luego que todo era una intriga mal urdida por el Gobernador de Barcelona, y tra- tó de retener a los Misioneros e informar al Rey; pero éstos creyeron era necesario ir a Madrid a sincerarse de las acusa- ciones. Arregladas las cosas de la Misión, se despidieron los reli- giosos de los indios; no es posible expresar el sentimiento de estos infelices, cuando se dieron cuenta (le que les quitaban a sus Padres, precisamente porque se habían convertido en sus defensores, quedándose huérfanos de protección en los atrope- llos y vejaciones de algunos magistrados sin conciencia, que sólo pensaban en satisfacer su codicia. Los lamentos de los indios, sus lágrimas y sollozos, herían profundamente el corazón de los Misioneros; pero era preciso obedecer y consolaron a los indios, asegurándoles que Pronto regresarían, junto con los otros Misioneros, para extender las reducciones por toda la región. 6. En la ciudad de Cumaná se despidieron de los veci- nos y magistrados, y, como eran muy queridos, fué general el sentimiento; todos acompañaron a los Misioneros hasta el bu- que, haciendo votos para que volvieran pronto. Llegaron sin novedad a España a fines de 1652, y presentaron luego al Con-

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