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MISTON DEL ALTO ORINOCO Y RIO NEGRO.—CAPITULO XXIV 325 quien reconciliarse, habiéndosele muerto el único compañero que le había quedado, de que resultan los daños de desconfiar aquellos natu- rales de las promesas en darles ministros, mantenerse en sus tinieblas los muchos que aún ocupan las montañas, y lo que no puede explicar- se sin la más lastimosa ternura, que se mueren tantos parvulitos y adul- tos, perdiendo las llaves del cielo. Para remedio de tandos daños, pi- dió a Vuestra Señoría siete Misioneros, en 25 de abril de 1766. Pero és- tos no han llegado, ni con ellos hay los suficientes. Son menester diez y siete, como expuso a Vuestra Señoría, con fecha de 17 de marzo de 68, porque son necesarios para la administración de los pueblos de San José de Maipures, fundado en el raudal de este nombre, en Orino- co Alto; tiene iglesia, convento y casa fuerte; Santa Bárbara, fundado en el raudal de este nombre (Orinoco Alto), tiene las maderas cortadas y preparadas para la fábrica de iglesia, convento y casa fuerte; San Francisco de Asís, en el sitio de la Esmeralda, en el Alto Orinoco, fun- dado por el Capitán fundador y Cabo del Casiquiare, D. Apolinar Diez de la Fuente, también con iglesia, convento y casa fuerte; San Fran- cisco Solano, en el caño Casiquiare, tiene iglesia, convento y casa fuer- te; San Carlos y San Felipe, en Río Negro, con sus iglesias, conventos y casas fuertes, con los dos más que deja dichos. San Miguel y San An- tonio, de los capitanes Yavita y Davipe, y también la nación Maldabu- ca, y otros que por estar yo solo quedan en sus clamores, sin el reme- dio que desean, estando como están prontas a poblarse en las cabece- ras de Pasirnona, a distancia de San Carlos, como ocho a diez días aguas arriba, con la advertencia de que en algunos de los pueblos, por su mucha distancia a otros, son precisos dos sacerdotes para evitar la fal- ta de reconciliación, no siendo óbice el que acaso quede alguno de su- pernuxnerarjo, puesto que hay muchas almas en que pueda emplear- se, y ser factible la falta de alguno o de algunos. En los denominados Pueblos, ínterin llegan los operarios evangélicos, tengo puestos solda- dos de los de mejor vida, que cuiden de la conservación de los indios e instrucción de doctrina a los niños. También representa que Vuestra Señoría, como que sabe igualmente que el exponente las distancias de que habla, se haga cargo de que la limosna de 175 pesos asignada a ca- da sacerdote no es, por ahora, competente a Proveerse de las cosas ne- cesarias, que precisamente han de solicitar de las capitales, por todas partes lejos en más de treinta días de viaje; y siéndonos más fácil su cobro en las Reales Cajas de Santa Fé, lo hace presente a Vuestra Seño- ría para que por la Real piedad se libren las correspondiente órdenes al Excelentísimo señor Virrey de aquel reino, en la inteligencia de que a mi instancia a dicho Excelentísimo señor para el cobro de la • asignación allí hecha, se respondió, con fecha de 30 de junio de 1767, con imposibilidad de cumplir estas limosnas, cuya falta precisamente ha de escasear la reducción, por no poder subsistir sin este indispen- sable sufragio. Todo lo que expone para que el superior discernimien-

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