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320 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA noco y Río Negro, hace presente a Vuestra Señoría, que después que en fecha 8 de febrero del 66, manifestó a Vuestra Señoría el estado de dichas nuevas reducciones, fué servido, continuando los santos deseos de Nuestro Católico Monarca (que Dios guarde), despacharle con nue- vos encargos, para que asistiese a la continuación de mi Instituto en aquellos parajes, a que prontamente obedeció, partiéndose (le esta ciu- dad el día 20 de abril de dicho año, a proveerse de lo necesario en la nueva Guayana y Angostura del Orinoco, cuyo Comandante Don Manuel Centurión, en consecuencia (le las órdenes que Vuestra Señoría le co- municó, con la mayor prontitud proveyó de una embarcación, bogas y víveres para su persona, encargando al Capitán poblador D. Apoli- nar Diez de la Fuente y al Subteniente D. Francisco Fernández de Bo- badilla su asociado, auxiliasen la empresa encargada por Vuestra Se- fioría, y así el día 2 de febrero del 67 nos partimos de dicha ciudad y navegamos no arriba hasta el sitio llamado la Esmeralda, distante de dicha Guayana como 400 leguas, gastando en dicho viaje y pase de los dos grandes raudales de Atures y Maipures cuarenta y cinco días, en donde quedó dicho D. Apolinar dando providencias para la población de aquellos naturales, y explorar los cacaguales que la naturaleza pro- dujo en aquellas riberas; conforme a las órdenes que llevaba, y por te- memos todas las crecientes que ya producía el Orinoco, y esperar el mes de octubre, en que empiezan a aminorarse, nos partimos (le allí el informante y el citado Bobadilla para Río Negro, distante 120 leguas, las que anduvimos en cinco (lías, llegando el 1' (le mayo a la Misión de San Carlos que Vuestra Señoría fundó, y allí se mantuvo el infor- mante trabajando con sus naturales en la instrucción evangélica el es- pacio de cuatro meses, y construyendo dos iglesias en los (los pueblos San Felipe y San Francisco Solano, y el citado Bobadilla concluyó el Fuerte de 16 varas en cuadro, capaz de montar cañones de a ocho que ya estaba principiado en la Misión de San Carlos. Allí se sacaron algu- nos indios con los que se aumentaron dichos pueblos, hasta ponerlos en el número de 300 almas, bien pacificados y reducidos. Igualmente, con motivo de que en San Carlos no podían mantenerse, por la expe- rimentada escasez de viandas, las naciones que contenía dicho pueblo; dispusimos sacar a los capitanes Miguel Davipe, nación Guaracutana, y Jacobo Yavita, fugitivo de los portugueses, de la nación Parayene, con sus respectivas gentes, que componían el número de 200 almas, y otros agregados, y se colocaron y poblaron en el caño de Davipe, apar- tado de San Carlos, río arriba, cuatro días, con el fin de tener este pue- blo (le refugio en la mucha distancia que media desde San José de May- pures hasta el Río Negro, que son más de 260 leguas, y ahorran la navegación por el Casiquiare, por ser muy molesta y dilatada, en que antes se necesitaba un mes de tiempo, y hoy se facilita en término de diez días, que V. S. mismo reconoció cuando estuvo en San Fernando de Atibapo, por haberle descubierto y tener la proporción de caminarse

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