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318 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA snos más población de indios que la del capitán Daviaje, de la nación Catarapena, media legua distante río arriba de Casiquiare. El día 19 de abril entramos a Río Negro por la boca de Casiquia- re, donde muere ya dicho río, y a poca distancia de ella está el raudal llamado Cucúi, cuyo nombre toma el capitán de la nación Manitivita- na, que habita en estas orillas: salióme a recibir saludándome con la descarga de las armas de fuego que tenían, le correspondimos con otra igual, le hice mi embajada, le persuadí con facilidad; y proseguí hasta el sitio de San Carlos, fin de nuestra comisión, donde llegamos el mismo día a las dos de la tarde. Descansó la gente algunos días, é ínterin tomé las providencias necesarias para la convocación de indios, que pude conseguir a los quince o veinte días, en que tuve el gusto de contar yo mismo, acom- pañado del Sargento D. Miguel José Cornieles y su tropa, hasta 419 in- dios de las naciones Guamoltana, Marivisana, Manitivitana, Marivige- na, Darivitana, Biaquena, Maripisana, Urbanavis, con sus capitanes Ma- ra, Macapi, Cucuvi, Guajavayare, Amone, Aiemave, Chivicure, Juan Marcelo, Marva y Damare. A éstos después agregué la india Mavideo con su familia, que será del número de 40 a 50 almas, hija del gran ca- pitán Guaicava, que dominó muchas naciones (le las del Río Negro, y así respetaban y obedecían a esta india como a Su Señoría; a ésta la hice buscar y encontré en la mitad del caño Pauinonia, que desem- boca del Casiquiare, un día distante de su boca; estaba al abrigo de su tío Mavideo, capitán de la nación Maldaha, que ocupa las cabeceras de dicho caño, distante de San Carlos veintidós días de camino, al este agua arriba, cuyos indios no he podido reducir aún, más que a dicha india, su madre, su hermano Cachupa, su tío, llamado Chivicure, y to- da su gente, quedaron a poblar en la Misión de San Francisco Solano, frente cíe San Carlos al oeste de Río Negro, donde los catequizó y bau- tizó su Presidente fundador Fr. Felipe de Málaga, a quien se los entre- gué. Tuve algunas juntas con los capitanes de todas estas naciones pa- ra la elección de los parajes de las fundaciones, y de común acuerdo dividieron sus naciones en dos, juntándose en cada cuadrilla las más amigas, y determinaron fundar los unos en San Carlos y los otrs en San Francisco Solano.................... Establecidas la dos fundaciones determiné bajar yo solo por el Río Negro a registrar y cerciorarme, no sólo de las fortificaciones que nuestros vecinos los portugueses poseen en el territorio que a nues- tro Soberano han usurpado, sino también de lo favorable de estas tie- rras. A distancia (le 20 leguas de San Carlos encontré un pueblo llama- do San José de los Marabitanos, donde tiene Su Majestad Fidelísima una fortificación en figura de reducto de 40 varas de frente, guarneci- da de cañones de a cuatro y diez pedreros, con un Teniente, un Al- férez, un Sargento y 25 hombres de guarnición, con sus correspondien- tes armas y municiones. Me recibió el Comandante con mucho agrado •

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