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MISION DEL ALTO ORINOCO Y RIO NEGRO.—CAPITULO XXIV 317 "Informe de 8 de febrero de 176 del Presidente de las nuevas poblaciones del Alto Orinoco y de Río Negro al Capitán Gene- ral de Venezuela. "Señor Gobernador y Capitán General, D. José Solano: En virtud de las órdenes que Vuestra Señoría se sirvió conferir- me después de electo Presidente de las nuevas Misiones del Alto Orino- co y Río Negro, salí de la ciudad de Caracas........El día 22 de fe- brero llegamos al raudal grande de Maipures con la dilatación de veintiocho días, causada por la conducción de nuestros pobres equi- pajes, los de la escolta, víveres y municiones, y los penosos pasos de raudales. Luego que nos vimos en dicho pueblo de San José de Mai- pures, primer lugar de nuestro territorio, celebramos (ajustados a la Real ordenación quinta de nuestras sagradas y reales ordenaciones) la primera elección canónica. A treinta leguas de Maipures, río Orinoco arriba, hallamos las bo- cas de los ríos Guaviare y Atabapo, sitio donde V. S. fundó la ciudad de San Fernando de Atabapo, ya destruida, de cuya fundación sólo encontrarnos algunas cortas reliquias por señal de lo que había sido; frente de estas bocas, al este del Orinoco, encontramos al Capitán Capi- tán Capi-Camuare, hermano del gran crucero, capitán de la nación, Guypunabis, a los que Vuestra Señoría redujo entre otras naciones a nuestra santa fe. Estaba acompañado dicho Capi con el capitán Yunao, capitán de la nación Mariasas, con todas sus gentes, que serian hasta 40 personas. Nos recibieron amigablemente, pidiéndome les diera un Padre Ministro, y aprovechando tan feliz coyuntura les persuadí venia enviado de Su Majestad Católica para su población y dirección espiri- tual; que así juntasen todos los indios que me habían insinuado, les acompañaría, y a mi bajada de Río Negro les pondría un religioso pa- ra que poblasen todos juntos. Quedaron satisfechos y inc dieron pala- bra de juntar las gentes para dicho tiempo. Proseguí mi derrota, y a distancia de 25 leguas llegarnos al raudal y sitio de Santa Bárbara, donde Vuestra Señoría estuvo, y por estar bien informado de lo ventajoso para siembras y crías de ganado de es- te paraje, no me dilato en explicarlo; sólo digo me parece ser el más apto para la reducción y población de las naciones Adiviviana, Maci- rinave y otras que moran en el río Ventuari, cuyas bocas se despe- ñan en este raudal, en cuya situación encontré aún los resquicios de la fundación que Vuestra Señoría allí emprendió con el capitán Imo y sus gentes. Reconocido tan favorable terreno, continué mi marcha hasta llegar al paraje llamado Garita de Buena Guardia, que, por or- den de Vuestra Señoria, se fabricó donde el río Orinoco derramaba parte de sus aguas al sur formando un caño o brazo llamado Casi- quiare, distante 60 leguas de Santa Bárbara, en cuyo distrito no halla-

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