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M!S1ON DEL ALTO ORINOCO Y RIO NEGRO.—CAPITULO XXIII 307 de los Padres Jesuitas, el territorio que se dilata al occidente del río Cuchivero, teniendo todas ellas por limite meridional el Amazonas. De suerte que se dividía la Guayana y tierras adyacentes en tres fa- jas paralelas, formadas por los meridianos de la Angostura y boca del Cuchivero. Dicha concordia fué aprobada y ratificada en todas sus partes por la Real Cédula de 16 de setiembre de 1736 11 . " Está firmada en San Ildefonso por el Rey, y rubricada de su orden por Don Juan Ventura Matturana". Al llegar en 1756 la Comisión de Limites, presidida por D. José Iturriaga, a la Misión de Atures, que era el último pue- blo que tenían los Jesuitas, quisieron que avanzaran algunos con ellos, para que se encargaran de las poblaciones que pen- saban fundar más arriba; pero, por falta de personal, no pu- dieron complacerlos los Misioneros. Llamaron entonces al P. José Antonio de Jerez, Misionero de Los Llanos, y a otros dos religiosos Capuchinos. 3. De esta expedición y de sus resultados nos da cuenta el Procurador de los P.P. Jesuitas en una Representación que, con tal motivo, hizo a Su Majestad el Rey; dice así (1): "El Padre Jayme de Torres de la Compañia de Jesús, Procura- dor de las Provincias de Nueva España, Santa Fé y Quito, con el más profundo respeto, dice: que según acredita la carta del Superior de las Misiones del Orinoco que original acompaña, habiendo llegado a Cabruta, primer pueblo de dichas Misiones, tres religiosos Capuchi- nos destinados por Vuestra Majestad Para Misioneros del Alto Orino- co, fueron hopedados en todos los pueblos por los Jesuitas con la caridad que Permite la estrechez del terreno, hasta ser conducidos al pueblo (le! Raudal de los Maipures y que, obedeciendo Vuestra Real Orden, se les entregó en la forma que se expresa en la citada carta; sin embargo de que, por estar dicho pueblo con Misionero Jesuita, parece no debía ser comprendido en la Real Orden que supone care- cían dichos pueblos de pasto espiritual; y que, a fin de darlo, se en- viaban los mencionados Religiosos; los cuales, habiendo luego enfer- mado de calenturas y poco satisfechos tal vez del temperamento y terreno del Orinoco, fértil únicamente en trabajos para los Misioneros, se retiraron del expresarlo pueblo y de todo el Orinoco, encargando se dijese al Superior que no hiciere novedad en la asistencia del pue- blo del Raudal, pues ellos no pensaban volver.. • Jayme de Torres, de la Compañia de Jesús". (1) Sr. Cuervo. Documentos cits. Torno III, pág. 282.

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