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PROLOGO 21 terios en pro y en contra de la eficacia de las misiones; y no han faltado quienes hayan pretendido alegar esa autoridad de un modo absoluto como adversa a tan meritoria institución. Pe- ro todo lo arriba transcrito demuestra a plena luz lo contrario, y a pesar de tal cual reserva, más o menos atendible, del escla- recido alemán, su testimonio podrá ser siempre tenido como un altísimo tributo pagado a la verdad y a la justicia por quien se excusaba de dar un certificato honroso para los misioneros que tan bien le habían tratado y servido, con la razón de ser «un viajero nacido en el seno de la iglesia calvinista cuyo tes- timonio carecería de todo influjo en los enredos de Curia». Cerremos ahora este prólogo con la magnánima alabanza rendida por el primer historiador de la Gran Colombia, Don José Manuel Restrepo, a la empresa civilizadora de los misio- neros en América: «No podemos menos de tributar elogios de admiración «al celo, abnegación e infinitos sufrimientos de los misioneros, «en los climas ardientes e insalubres de muchos lugares de «América. Ellos completaron la pacificación de los indígenas «y los redujeron a vida civil y social, empresa que en más de «un siglo no habían podido realizar la espada, el cañón y la «muerte. «La dulce religión de Jesucristo, la moral que predican «sus ministros, la solemnidad del culto católico: hé aquí los «medios que han producido hasta hoy más felices resultados «para la civilización de los indígenas. Así fue como España «redujo a millares de indios a la vida social y al seno de la «Iglesia Católica... Este sistema de colonización tendrá de- «fectos como todas las cosas humanas; pero es muy superior a «los de la América del Norte. «Nosotros ¿qué hemos sustituido a las antiguas misiones? «Nada. Dejamos perder parte de lo que habían trabajado nues- «tros padres para civilizar a los indios infieles. Casi no se corn- «prende como una nación pequeña y pobre como España haya «podido reducir a la religión católica los indios de toda la «América del Sur, todo el Centro y casi la mitad de los Esta-