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20 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA «no habla en aquella época, bajo el régimen de los Observan- «tes, según los partes oficiales, sino seiscientos cuarenta. Esta «diferencia procede de la vasta extensión y de la excelencia «de los pastos en las orillas del Caroní, Upata y Cuyuni, de «la proximidad de las bocas del Orinoco y la capital de Gua- «yana a las misiones de los Capuchinos, y en fin del régimen «interior de actividad industrial y espíritu mercantil de los «frailes catalanes». No echemos a mala parte este último motivo, que al fin y al cabo no es sino un elogio de la raza a que los frailes per- tenecían. Digamos, si, que Humboldt no visitó las misiones del Caroní, como tampoco navegó el Bajo Orinoco, y los datos que proporciona son de oídas y lecturas, expuestos por consiguien- té a rectificaciones. Pero puesto en contacto con los Observantes del Colegio de Píritu en su trayecto por tierra de Angostura a Barcelona, no oculta su sorpresa ante el «aspecto curiosísimo de un pue- blo, hasta hace poco errante, afecto ya al suelo y diferente de todos los otros indios por su fuerza física e intelectual». Ni les escatima este paladino elogio: «Me complazco en decir que en medio de las crueldades «ejercidas contra los caribes, no faltaron algunos hombres «valerosos que hicieran oír acentos de humanidad y justicia. «Muchos Religiosos abrazaron una opinión opuesta. En un si- «glo, en que no se podía esperar fundar la libertad pública en «instituciones civiles, se trataba a lo menos de defender la Ii- «bertad individual. Es una ley santísima, dice Gomara, aquella «que ha dado nuestro Emperador prohibiendo se reduzca a «los indios a esclavitud. Es justo que los hombres, que todos «nacen libres, no sean esclavizados unos por otros». Para satisfacer el deseo de nuestro buen amigo el R. P. Baltasar de Lodares, de que pusiéramos algunos párrafos de in- troducción a este su libro Los Franciscanos Capuchinos en Ve- nezuela, creímos muy a propósito sacar a relucir esos pasajes del más célebre viajero que visitó nuestro país durante el peno- do colonial. La autoridad de Humboldt ha sido traída a cola- ción por todos los publicistas posteriores para avalorar sus cri-

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