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1 PROLOGO 19 testimonios con que el Barón de Humboldt ha honrado la obra de los misioneros. Oigámosle todavía nombrar con gratitud al Padre Cerezo, «fraile lleno de inteligencia, de razón y de afa- bilidad», de quien fue huésped en Javita, mientras se trans- portaba su piragua por el arrastradero del Piinichín, y con cuyo nombre así corno con el del Padre Zea, tropezamos tam- bién en el Diario de Fr. Ramón Bueno. Oigámosle rendir este bello homenaje a la obra civilizadora de los Religiosos: «Los establecimientos monásticos han extendido en la «parte equinoccial del Nuevo Mundo, así como en el Norte «de Europa, el origen de la vida social. Forman aún en el día «un vasto recinto alrededor de las posesiones europeas, y se- «ría difícil reemplazarlos por otros que fuesen también poco «costosos y conformes al flema silencioso de los indígenas. Lo «poco que queda por descubrir en el Orinoco (probablemente «es un espacio de veinticinco leguas) será muy pronto recono- «cido: en las dos Américas los misioneros llegan a todas par- «tes los primeros, porque encuentran proporciones que faltan «a los demás viajeros. «Os alabáis de vuestras correrías más «allá del Lago Superior, decía un indio del Oregón a unos «comerciantes de pieles de los Estados Unidos; y no os acor- «dáis de que los vestidos negros pasaron antes y os enseñaron «el camino del poniente». «Por el Caroní, Caura, Pádamo y Ventuari, que son los «cuatro desaguaderos mayores que a su derecha recibe el ma- «jestuoso río Orinoco, penetró la civilización europea en este «país de bosques y montañas que tiene una superficie de diez «mil seiscientas leguas cuadradas, y que está rodeado por di- «cho río al norte, oeste y sud. Los Capuchinos de Cataluña y «Observantes (le Andalucía y Valencia han hecho ya estable- «cimientos en los valles del Caroní y Catira: era natural que «los desaguaderos del Orinoco, como más próximos a la cos- «ta y región cultivada de Venezuela, fuesen los primeros en «recibir misioneros y con ellos los principios (le la vida social. «En 1797 los establecimientos de los Capuchinos en el río Ca- «roni encerraban ya diez y seis mil seiscientos indios que ha- «bitaban pacíficamente en los pueblos; pero en el río Caura

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