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188 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA diata a la hacienda de cacao que tenía en aquella costa próxi- ma al puerto. Después de haber trabajado mucho en esta fundación, e malogró tanto por haber concluido el gobierno del expre- sado Gobernador, como por haber muerto el P. Pedro de Al- calá en un viaje que hizo a Caracas. El referido P. Prefecto presentó al Ilustrísimio señor Obispo de la diócesis la siguien- te petición, reclamando algunos indios; en extracto dice así (1): "Ilustrísimo señor Obispo de Caracas : Fr. Pedro de Alcalá, Prefecto de las Misiones de Capuchinos de los Llanos de Caracas, en la mejor forma que haya lugar, comparezco ante Vuestra Se- ñoria llustrisima, y digo: que Su Majestad Católica (que Dios guar- de) fué servido enviarnos a esta provincia para atender en la con- versión y reducción de los indios gentiles, y que reducidos que fue- sen, estuviesen a nuestro cargo y doctrina hasta tanto que su voluntad dispusiese otra cosa; y habiéndose así ejecutado en todos los tiempos, sucedió en años pasados habérsenos levantado un crecido pueblo que teníamos en las riberas del río Pao; y habiendo ido varias veces a re- cogerlos, en todas ellas se han refugiado con el licenciado D. Juan José Carrillo, cura doctrinero del pueblo de blancos del Valle del Caimán. En la primera entrada que hizo el P. Salvador (le Casahermeja después de su fuga, nos lo mataron, y en las otras hemos logrado redu- cir a muchos de estos fugitivos, pero los que se ponen al abrigo del señor Carrillo, viven en los montes cometiendo mil desafueros e im- pidiendo el fruto de las Misiones con otros indios que ellos malean, y sólo acuden al pueblo del Valle del Caimán, cuando tienen noticia de nuestra entrada a Los Llanos. El año pasado presenté a Vuestra Señoría Ilustrísima una peti- ción a este respecto, acompañada de una certificación jurada de D. Luis Rodrigo Morena, cura que era entonces del Valle del Caimán, la ue comprueba más extensamente todo lo que llevo referido en orden a su bárbaro modo de vida. Y como en dicha petición alegase mi derecho en orden a que se me entregasen dichos indios, no se ha servido Vuestra Señoría Ilus- trísima de proveer mi petición, de donde se ha originado el levanta- miento que de entonces acá han hecho los dichos indios, intentando matar en sus casas de campo a dos vecinos de la villa de San Carlos, llamados Pedro Juan González y Lázaro Burgos. (1) P. Rio-Negro, tomo U, págilia 226.

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