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MISION DE LOS LLANOS.—CAPITULO IX 143 Capital de Castilla, después de haber trabajado en la Misión del Darién y servir con sus compañeros a los apestados de Pa- namá y Puerto Velo, se trasladó a esta Misión de Los Llanos; no sabemos si se vino directamente desde Panamá para Vene- zuela, o si se fué a España y después regresó a esta misión; sea como fuere, es históricamente cierto que en 1670, o en prin- cipios del 71, ya estaba en Los Llanos de Caracas (1), pues en esa fecha fundó a San Juan B. de Duaca. Estuvo trabajando por esos pueblos de Misión hasta el año de 1689, en que murió envenenado por una india. 7. EL P. AGUSTIN DE VILLABAÑEZ. Hijo también de Castilla, fué uno de los más aventajados de esta Misión. El 1649 tomó el santo hábito de Capuchino. Con el tiempo llegó por sus virtudes a ser Maestro de Novicios; fué varón insigne, docto y prudente, predicador de singulares prendas para el apostolado; predicaba en las calles de Madrid a las multitu- des, por no caber en las iglesias. En 1659 fué destinado a la Misión de Arda, en el Golfo de Guinea, y al ser expulsado por el rey negro de aquella nación, lo trajo un buque, con el P. Nájera, a Cumaná; un año estuvo en aquella Misión; fundó el pueblo de San Juan Bautista; después fué trasladado a la Misión de Los Llanos y fundó el pueblo de Santa Rosa, cerca de Barquisimeto. Padeció muchos trabajos y persecuciones, y, por fin, vino a morir a Caracas, dice el Padre Pablo de Ori- huela; su muerte fué la de un santo; está enterrado en el presbiterio de San Francisco. 8. EL P. LORENZO DE MAGALLON. Fué nombrado Pre- fecto para la expedición que el año 1650 condujo al Venerable Fr. Francisco de Pamplona para la isla de Granada, que se instaló después en Píritu, con el fin de reducir a los indios Cumanagotos; allí fundaron tres pueblos: Piritu, San Miguel y Guanape; vueltos a España, en 1651, por las causas ya ex- puestas, fué confirmado en la Prefectura y regresó a las Mi- siones de Cumaná el año 1658, acompañado del Venerable P. (1) Así lo afirma terrninantmente ci P. Olivares en su Memo- ria y el P. Anguiano en su Crónica. (Biblioteca Nacional (le Madrid sig- natura 18178).

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