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130 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA "El Fiscal ha visto, muy por menor, las cartas, autos y papeles que remite el Gobernador de Caracas sobre la Misión de Los Llanos, que están a cargo de los Capuchinos; lo que ci señor Obispo escribe sobre este punto, y cuanto representa el Padre Ildefonso de Zaragoza, Procurador de la Misión, en su extensa Memoria. Y por haber hallado en todo suma gravedad, divide el dictamen de respuesta en cuatro partes: en la primera, refiere el motivo prin- cipal de estas representaciones; en la segunda, manifestará con bre- vedad lo que resulta de los autos y la calidad de la Misión y sus in- dios; en la tercera, expondrá su parecer sobre los antecedentes; y en la cuarta, responderá a las réplicas. Primera parte. El motivo de todas estas representaciones fué una carta escrita por el P. Manuel de Mesón al señor Obispo de Caracas, acerca del proceder de los Misioneros, haciéndoles cargo de que en las entradas a Los Llanos para reducir los indios iban acompañados de escolta de gente armada; que se mezclaban en la administración temporal de los indios; que los obligaban a trabajar en las labranzas comunes, y a las indias a hilar y tejer el algodón; que los castigaban algunas veces, y, por fin, que tenían un hato de ganado; todo lo cual era muy ajeno a la regla que profesaban; y hacia varias peticiones para remediar, según él, todos estos males. Esta carta venia apoyada por el señor Obispo y Gobernador de Caracas, y por este motivo el Consejo expidió las Reales Cédulas que el P. Ildefonso pide sean modificadas. Parte segunda. Según los autos, estas Misiones distan ochenta leguas de Caracas, su territorio es dilatadísimo, pues confina con las Misiones que tienen los PP. Jesuitas en el Alto Apure (Colombia), y llegan hasta el Meta, más allá del Orinoco. Hay muchos y caudalosos ríos, que inundan las partes bajas en tiempo (le lluvias. Los indios vi- ven en las riberas de los ríos, y cuando empiezan las inundaciones, se suben a la copa de los árboles, y allí pasan todo el tiempo hasta que cesan las lluvias. No tienen lugar fijo, ni obedecen a nadie; su alimento es pesca- do, caza, frutas silvestres y tubérculos, de los cuales hacen también las bebidas con que se embriagan; andan desnudos, sin más instru- mentos para vivir que el arco y la flecha. No tienen ninguna idea religiosa, ni dan culto a divinidad algu- na; son viciosos y vengativos, y tienen un odio feroz a los blancos. Ta- les son los indios que empezaron a reducir los Capuchinos el año 1657; en los primeros veinte años pasaron muchos trabajos, fundaron varios pueblos, y, cuando se iba a cosechar el fruto de sus sacrifi- cios, se huían los indios, matando, con horroroso martirio, tres Misio- neros, y a otros tantos envenenaron. Por lo cual, el año 1676, los Misioneros, apoyados por el señor Obispo de Caracas, Fr. Antonio González Acuña, y el señor Goberna

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