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124 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA ner alimentos es el trabajo, pues los Misioneros carecían en absoluto de dinero con que comprarlos. Además, el trabajo era necesario para enseñar práctica- mente a los indios el modo de hacer sus sementeras, las épo- cas en que debían sembrar, etc ....... ; es bien sabido entre los Misioneros que deben ser ellos los primeros en salir al trabajo, que tienen que estar con ellos en el campo mientras trabajan, vigilar cómo hacen la recolección, guardar los fru- tos en un sitio cerrado y repartirlos cada día. Esto mismo tienen que hacer con la carne, señalar las reses que han de matar, y luego hacer la distribución, cuidar que atiendan a los enfermos y señalar los remedios. En una palabra, el Misionero es el todo en la Misión, y cuan- do éste desaparece, la Misión se despuebla, como ha sucedido desgraciadamente en algunos pueblos, que, sin estar bien for- mados, se entregaron al Ordinario. 9. El punto capital sobre el que insistió en Madrid el Pa- dre Alesón era la cuestión de las escoltas, y acerca de esto se expidió la Real Cédula siguiente (1): "Mi Gobernador y Capitán General de Caracas: He resuelto en- cargaros, como lo hago, de que los indios de esos Llanos sean redu- cidos, únicamente por medio de los religiosos, con blandura y la per- suasión, y en manera alguna con las armas, avisando a los indios que así se reduzcan, que estarán exentos de tributar en diez años y no se- rán sujetos al servicio personal, y que no han de ser encomendados, que estarán sólo bajo la protección de mi Real Corona, siendo este el camino más proporcionado. Madrid, 22 de febrero de 1689.—Yo, El Rey.—Antonio Ortiz Otalora, Secretario". (2). El documento que precede es de un idealismo encanta- dor, digno de grabarse con letras de oro en bronce, para pro- bar a través de los siglos el amor de nuestros reyes a los in- dios de América; sin embargo, el P. Capa combate este modo (1) Biblioteca Nacional (le Madrid, sig. 3.561. D. 65. (2) Esta es la fecha que lleva la Real Cédula que hemos copia- do. Nos parece muy poco tiempo, pues el P. Mesón llegó a Sevilla el mismo año. Sin embargo, esa misma precipitación nos explica el des- acierto del Consejo de Indias al expediria, para tener que anularla tres años más tarde.

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