BCCCAP00000000000000000000503

MISJON DE LOS LLANOS—CAPITULO VII 119 No hemos podido hallar la contestación de esta carta; sin embargo, el Consejo de Indias con fecha 8 de abril de l687 comunicó al P. Comisario General lo siguiente (1): "Es de parecer el Consejo que envíen seis religiosos a la Misión de Los Llanos, y que éstos sean: Fr. Francisco de Fuente de Cantos, Juan de Utrera, Manuel de Alesón, que tienen ya licencia, y se con- ceda al P. Antonio de Mandcruel y al Hermano Fr. Mauro de Cm- truénigo, ambos (le la provincia (le Valencia, y con Fr. Antonio de Canarias componen los seis que pide el P. Prefecto, y visto en el Con- sejo se mandó ejecutar.—Ortiz Otalora, Secretario". 3. El P. Manuel de Alesón, de quien se hace mención en esta carta, fué sin duda uno de los Misioneros que pidió el Ilustrísimo señor Obispo de Caracas para reducir a los in- dios semisalvajes que vagaban por los valles del río Túy, no lejos (le la capital. Llegados a Venezuela el año 1687 fundó, dice e! Padre Olivares (2), el pueblo de Lezama un año des- pués en las márgenes del río Manapire, 14 leguas de Cara- cas (3). Después, en el año 1688, ci P. Manuel de Alesón se in- corporó a la - Misión de Los Llanos, desde donde escribió a los cuatro meses una carta al señor Obispo, que causó no poca perturbación y grandes molestias a los Misioneros, pues en ella les hacía cargos de alguna importancia, y proponía un nuevo plan para la reducción de los indios, y para instruirlos y gobernarlos. Los cargos principales eran éstos: que los Misioneros in- tervenían en las cosas temporales de los indios; que los obli- gaban ci trabajar en la labranza común de la Misión, y a las indias a hilar y tejer el algodón; que les distribuían ellos mismos el maíz, legumbres y carne; que knían un hato de ganado vacuno, y, por fin, y esto era lo más grave, que los religiosos hacían las entradas en Los Llanos para sacar los indios con escolla de soldados armados, los cuales habían (1) Biblioteca Nacional de Madrid, sig. 3.561. Núm 52. (2) Memoria ya citada. (3) Era entonces Prefecto el P. Pablo de Oribuela, que cesó en esos días y fué nombrado el P. Pedro de Berja, ya muy anciano,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz