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104 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA en que se administren los Santos Sacramentos y celebren los divinos oficios, y a la cual se apliquen los diezmos. Y habiéndose visto en mi Consejo de las Indias lo que dijo el fis- cal y lo que vos respondisteis a estos religiosos sobre este punto, di- :1 ciendo que tomaríais resolución en ello, os ruego y encargo que, en caso de no haberlo hecho ya, dispongáis que se ejecute con toda bre- vedad lo que os pareciere más conveniente acerca de fundar iglesia y aplicar los diezmos; que es tan propio de vuestra obligación Y pas- toral oficio adelantar esta materia. De lo que resolviéreis me daréis cuenta en la próxima ocasión-7- Madrid, 22 de febrero de 1680._Yo, El Rey.—P. M. de Su Majestad, José l3estía (1)». 5 Asegurados de alguna manera los Misioneros con la fundación de esta villa, prosiguieron las entradas para redu- cir los indios gentiles y los apóstatas, ayudados de los vecinos de San Carlos; lograron sacar muchos indios que iban colo- cando en San Francisco o en Tucuragua, y fundaron, además, por este tiempo a San José de Mapuey en 1679, dos leguas distante de la villa de San Carlos; fué fundado por el P. Die- go de Marchena. También fundaron en este tiempo (1680) la Misión de San ' Pablo de Tinaco, cuatro leguas de dicha villa, con multi- tud de indios Guamos y Dazaros; fué su fundador el P. Pa- blo de Orihuela. 6. Los años de 1,678 y siguiente entró el P. Gabriel de Sanlúcar, acompañado de algunos vecinos de la villa; y ha- biendo navegado muchos días y encontrado gran porción de indios en el río de Portuguesa, no pudo conseguir el rendir- los, pues no le quisieron esperar ni oír razones. Prosiguiendo • la navegación encontró otra ranchería de veintitrés indio de ambos sexos, que redujo y llevó consigo, continuando la navegación río abajo en busca de más almas; al poco tiempo le salieron al encuentro más (le doscientos indios Gandules, armados con hachas, dardos y lanzas, embistiendo contra el religioso y la escolta que llevaba, que era sólo de veinte hom- bres. En tan recia acometida tuvieron que huir, abandonando las canoas, las armas y bastimentos que llevaban, y hasta los (1) Biblioteca Nacional de Madrid, sig. 3.561. Núm. 42.

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