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MISION DE LOS LLANOS—CAPITULO V 99 que les enseña el Misionero, se cansan y huyen hasta los que llevan tiempo en las reducciones. Porque el móvil principal que los estimulaba a poblarse era de ordinario lograr que el Misionero los proveyera de hachas, mache- tes, cuchillos, lanzas y todas las herramientas que ellos necesitan pa- ra la caza y hacer sus siembras; y, una vez que han logrado su inten- to, se fugan en la noche, dejando sólo al Misionero, si no lo matan, como hicieron con los PP. Belicena y Trigueros. Y no solamente se huían ellos de la Misión, sino que impedían que otras tribus más dóciles se redujeran a población. Es inexplica- ble, dice el P. Ildefonso de Zaragoza en su Memoria (1), el dolor y sentimiento de los Padres Misioneros, cuando se daban cuenta del es- caso fruto que podían hacer en sus Misiones, a causa de las repetidas fugas de los indios, y que en vez de agradecerles el bien grande que les habían hecho en sacarlos de los bosques, trayéndolos a una vida civilizada, donde pudieran salvarse, los mirasen como enemigos, re- sistiesen a su predicación y volvieran contra ellos las armas que les habían dado para trabajar». 2. Perfectamente conocedor el P. Berja, Prefecto de la Misión, de todo esto, aun por experiencia propia, y a fin de tomar una resolución definitiva que asegurase el éxito de la Misión, poniendo coto a la fuga de los indios ya poblados, y también de asegurar algo la vida de los Misioneros contra la barbarie de los indios, se trasladó a Caracas, para dar cuenta de todo al señor Obispo, al Gobernador y Capitán General de la Provincia, y proponerles, como medio de evitar esos ma- les, la fundación de un pueblo de españoles en esos puntos de la Misión, con el fin de que estos españoles sirviesen para contener a los indios en sus pueblos, y al mismo tiempo ofre- ciesen su apoyo al Misionero. Recibida esta exposición del P. Prefecto, convocaron el señor Obispo y Gobernador a los Cabildos Eclesiástico y Ci- vil, para celebrar una Junta sobre el particular; asistieron, además, los Misioneros, los Superiores de las Religiones y otras personas competentes. (1) El P. Ildefonso de Zaragoza fué nombrado Procurador de las Misiones por el M. R. P. Fray Pedro (le Berja, para que fuese a Es- paña a defender los Misioneros, y presentó una enérgica Memoria al Real Consejo (le Indias, cuyo original se conserva en el Archivo de los Capuchinos de Sevilla, y lo publicó el P. Rionegro. T. II. p. 5 y siguientes de la obra citada.

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