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No debemos olvidar que para un católico no sólamente hay un Evangelio y una Escritura, sino también una Iglesia continuadora de la obra de Cristo, en quien El depositó to– da su doctrina y a quien en cierto modo sometió sus juicios. La Iglesia, por lo tanto, explaya y aplica convenientemente la doctrina de Jesús. Por eso todo católico, además de te– ner la Biblia como norma fundamental de su vida, atiende a las explicaciones y orientaciones de la Iglesia como pro– venientes del mismo Cristo. Es cierto que el papado ha dejado mucho que desear a lo largo de la historia. En contra de la voluntad de Dios se metieron en la elección del Papa las pasiones humanas y los resultados fueron bien poco edificantes. Aún así el Señor ha seguido protegiendo a su Iglesia... Los católicos más sutiles desaprueban el boato de que se ha revestido el Vati– cano, sede del Papa, y la mitización de la figura Papal. Es deseable que acabe pronto todo signo externo poco acorde con la pobreza de Cristo que confió más en la riqueza del corazón que en el poder del dinero o las armas. Para corre– gir estas deficiencias humanas adherentes al papado no son necesarias las críticas despiadadas, la desobediencia infantil o la contestación necia. El diálogo, la exposición clara del pensamiento, el cuestionamiento respetuoso, pueden hacer un buen papel en la purificación de la jerarquía eclesiás– tica. En medio de todo, debemos pensar que si Cristo tolera estas deficiencias en su Iglesia, es porque es consciente de las limitaciones de las personas que la guían. Y si El lo ha– ce, no tenemos nosotros derecho a mostrarnos implaca– bles. Sintámonos miembros de una misma Iglesia que camina al encuentro del Señor y veamos en el Papa al representan– te de Cristo, dotado por El de facultades extraordinarias en el pastoreo de su rebaño. PREGUNTAS PARA EL DIALOGO ¿Significa algo el Papa en mi vida cristiana? 84

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