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No debemos escuchar la palabra de Jesús como la de cualquier filósofo, ni leer el evangelio como si se tratase de un programa estupendo para organizar la sociedad. Si acep– tamos su palabra y su evangelio es como consecuencia ne– cesaria de haberlo aceptado a El en nuestro corazón. Muchos hombres saben la Biblia de memoria y práctica– mente han gastado toda su vida en estudiar la persona de Jesús dentro de la historia. Pero no creen en El como Hijo de Dios, sino como simple personaje humano. Esto no se– ría correcto en un cristiano bautizado, quien ha de profun– dizar sú fe hasta el punto de cifrarla plenamente en Jesús: Dios-con-nosotros, nuestro Salvador, que nos comunica su misma vida. PREGUNTAS PARA EL DIALOGO - ¿Considero a Cristo como Alguien que vive dentro de mí y que da sentido a todos mis actos? - ¿Soy creyente por costumbre o tradición tan sólo? - ¿Cumplo con mis deberes religiosos porque así me lo han enseñado? - ¿Quién es Cristo para mí? 81
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