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tinta a como le exigen su fe y su adhesión a Cristo. Los hay que se escandalizan incluso de que otros falten al cumpli– miento de ciertos ritos, y de que se dejen persuadir por nuevas ideas y actitudes, siendo así que ellos no creen real– mente en nada ni en nadie. Son hipócritas como los fari– seos, como todos los que no han aceptado a Dios por amor. No olvidemos el refrán: "De la abundancia del cora– zón, habla la boca". Seamos sinceros en cuanto hagamos o pensemos. De ese modo el Señor se compadecerá de nuestras debilidades y evitaremos el mal que corroe. Porque no es perverso lo que hacemos inconscientemente o sin advertencia, sino lo que sale planeado como mal del corazón. PREGUNTAS PARA EL DIALOGO - ¿Obro siempre por convicción o por conveniencia? - ¿Juzgo las faltas de los demás, sin tener en cuenta los motivos por los que obran así? - ¿Soy esclavo de la ley o del amor? - ¿Qué pensamientos abundan comúnmente en mi co- razón? 78

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