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19. El pan verdadero "Dio Jesús orden a la gente de que se sentara en el suelo; tomó los siete panes v los peces; rezó la bendición, ios partió v los dio a los disc1íJulos, quienes los fueron repartiendo a ia gente. Y corníeron tocios hasta sa– cm,se" (!Vlt 15,35). Mucha gente scguia a -ksús porque su Persona\ su Pa– labra los dejaba fascinado~. Algunos (Pntn· ellos sus discí– pulos) porq uc ten Úl!l la secreta esperanza de que El fuese realnwnte el l\Iesías. Y la rnayor1a porque hacia prodigios y les proporcionaba alimentos y salud gratuitamente. Los jud!{JS no ignoraban que Yavhé hab1a dado de co– nwr el mana en PI desierto a sus antepasados. librandolos as1 de la 111w:rtl' ,,egura. Dius les envió el manú (alinwnto desconocido para el hombre), a fin deque rcconor·iescn la trascendencia dl:l podn de Dius. Pero Pilos. en su gran rna– v,ina. siguieron pensando únicanwntP en el pan matnial. Cuando Cristo multiplica los paiws lo hacé•, precisarncn tu, para saci,ir l'l hombre de quienc•s le han SL·guidu a tran·,-, de los caminos pulí orientos. Peru piensa tambien L·l1 cr,Jmo con\l'l1Cl'r a sus o, entes de que· "no só!fJ de pan vive el hombn.''. Y. sobre toclu, quiere irks preparando para el gran milagro dl' la Eucaristía. L'n la r¡uC' Cristo :c,C hate pre– SPnte a travus de las especies del pan\ ¡•l vino. Todos los seres humanos nacen con PI tonvencirniento de que necesitan alinwntar su cuerpo para sobrevivir y de– sarrollarse sanos. Pero son muv pocos los que caen en la cuenta de qm· el esp1ritu también requiere su "pan de ca-
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