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14. :Id y predicad "Jesús envió a estos doce a predi– car, después de haberles dado estas instrucciones: no vayáis a tierra de gentiles, ni entréis en ciudad de sa– maritanos, sino dirigtos a las ovejas perdidas 'del pueblo de Israel. Id y predicad, anunciando que se acerca el Reino de los Cielos" (Mt 1O, 5). Tal vez nos extrañe que Mateo haga alusión al mandato de Cristo de predicar tan sólo al pueblo de Israel, mientras que los otros evangelistas anotan que esta obligación de predicar se debía extender "a toda criatura". Tenemos que partir del hecho de que Jesús jamás salió de Israel durante su vida pública y, sobre todo, que Dios quería ser fiel a su pacto con el pueblo elegido hasta las últimas consecuen– cias. Por eso les ofrece a todos los judíos la posibilidad de creer por fin en el Mesías. El mismo Jesús, sin embargo, después de su Resurrec– ción, anunció la evangelización de los gentiles. El evangelio deberá ser predicado primero a los judíos, pueblo elegido, luego a todas las gentes. Cuando Jesús manda que se predique a los judíos los po– ne a prueba. ¿Le aceptarán o se negarán a admitir su mesia– nidad? En uno u otro caso podrá decirse que el Señor ago– tó sus últimos recursos con el pueblo israelita, anunciando– les la Buena Noticia de muy diversas maneras. Fueron los judíos los que libremente la rechazaron por no acomodar– se a sus planes político-racistas. El mandato de Cristo de evangelizar a todo el mundo da paso a la historia de salvación de la Iglesia. Le confió a es– ta, en sus apóstoles y sucesores, el depósito de su doctrina 57

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