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abiertamente manifiesto porque resultaría excesivamente repugnante), y el camino de la vida (opacado para quienes abogan por la muerte). Esta doble tensión permanecerá constantemente ante sus ojos. Pero tiene un termómetro muy eficiente para acertar con seguridad. Ha de juzgar siempre por los frutos. No de– berá temer a quienes aparecen en todo como respetuosos del plan de Dios y conscientes de sus obligaciones con el prójimo. Estos andan en la luz y jamás podrán sembrar la maldad. En cambio, quienes se buscan a sí mismos y bur– lan las leyes humanas y divinas, o las acomodan a sus de– seos, deben ser apartados del círculo de nuestras amista– des, y únicamente debemos ver la manera de alternar con ellos para llevarles a una toma de conciencia de su propia maldad, y a una aceptación de los caminos del bien. No debemos ser ingenuos. Hemos de pensar que una manzana podrida puede arruinar a todas las restantes del cesto. Por eso lo mejor es evitar la presencia de quienes permanecen en una actitud de constante rebeldía contra Dios, aunque por otra parte se nos presenten con cara de ángeles. En nuestro mundo pululan asociaciones, sectas, clubs, e incluso "cristianos" que no tienen otro fin que embaucar con su labia a los más ignorantes. Son esencialmente menti– rosos y su deseo no es convertir a los hombres hacia Dios, el bien, y la fraternidad universal, sino hacer prevalecer sus fines ocultos de división, odio y fanatismo. Los Testigos de Jehová, esencialmente fanáticos y mendaces (son fruto de una mentira, porque mentiroso fue hasta el extremo su fundador), pueden muy bien ser los lobos disfrazados con piel de oveja. O los cristianos (sean católicos o evangé– licos) que se sirven del evangelio para embaucar y perder a quienes ingenuamente les hacen caso. Los frutos buenos se distinguen siempre con claridad. El que busca el bien evita toda disensión, odio o rencor y an– hela cumplir en todo la voluntad de Dios, expresada en su evangelio. En nuestra vida cotidiana tenemos la oportunidad de co– dearnos con gente de toda clase y condición. A todos debe- 55

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