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La. a.mor "No penséis que he venido a abrogar la ley o los profetas, sino a llevarla a su perfecto cumplimiento. Por– que os digo de veras: antes desapa– recerán el cielo y la tierra que falle una tilde o ápice de la ley" {Mt 5, 17 ss). Los maestros judíos cumplían la ley externamente y exhortaban a los demás a que hiciesen lo mismo. Los que no cumplían a rajatabla eran considerados infieles y pe– cadores. De ese modo convirtieron la ley en letra que ma– taba el espíritu, ya que quienes cumplían con sus exigen– cias externas se consideraban perfectos, y se creían libres de hacer en su interior lo que les viniese en gana. Pero ese no era el verdadero sentido de la ley, puesto que Moisés la propuso como una regla para orientar dignamente la vida humana. La sabiduría de la ley nunca puede ir contra lasa– biduría de Dios, Y tal como la propugnaban los fariseos ciertamente contradecía la voluntad del Señor. En estos versículos de San Mateo Cristo aparece como el primer cumplidor de la ley. El no ha venido a suprimir su obligatoriedad, ni a perfeccionar su contenido. Es decir, El no quiere que se deje de exigir el cumplimiento la ley proclamada por los profetas, que consistía fundamental– mente en la prática de la justicia y la defensa inocente. Para Cristo no puede haber '-L"'ª"''-'L amor y fraternidad entre los hombres (que sería la perfección suma de la ley) si antes no hay entre ellos justicia. Un pueblo donde hay opresores y oprimidos, libres y es– clavos, escandalosamente ricos unos y escandalosamente pobres otros, donde se hace distinción de las personas por

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