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- Bienaventurados los que trabajan por la paz. La paz es la suma de las bendiciones de Dios. Pero no es posible obtenerla sin que medien la justicia y el amor. El que trabaja por la paz es el profeta que defiende los dere– chos humanos y la dignidad de toda persona ante Dios. Cristo es el príncipe y el modelo '--e los pacíficos, ya que ,vino a establecer su reino de amor entre todos los hombres. Luchar por la paz es asociarse al Hijo de Dios y, por lo tan– to, hacerse herederos de su fortuna; llegar a ser también hi– jos adoptivos de Dios. Trabajar por la paz no nos exime siempre de la firmeza. Cristo mismo fue duro con quienes obstaculizaban este reinado de la paz, pero su "ira" fue una estrategia que daba paso a la serenidad. - Bienaventurados los que padecen persecución por ra– zón del bien y la virtud. El malvado que vive en las tinieblas se ofende al ver la luz, y la rehuye. El justo suscita la ira del infiel porque su ejemplo le da en el rostro. El buen discípulo de Cristo debe estar dispuesto a la persecución, e incluso al martirio por defender su fe y exigir el respeto debido a la honestidad. No es fácil ser correcto en un mundo donde es tolerada la corrupción, ni ser fieles a la verdad en medio de quienes viven a costa de-la mentira y el engaño. Pero es lo que agra– da al Señor y lo que al fin de cuentas triunfa. Porque la verdad, tarde o temprano, sale a relucir. Las bienaventuranzas son las que más claramente identi– fican al cristiano, ya que su puesta en práctica le distinguen de quienes tan sólo confían en los éxitos terrenales y en sus propias fuerzas. Los "bienaventurados" son aquellos que ponen su confianza en el Señor, sin descuidar en lo más mínimo la propia superación. 40 PREGUNTAS PARA EL DIALOGO - ¿He intentado alguna vez vivir según el espíritu de las bienaventuranzas? - ¿Me he esforzado en la defensa de la virtud, la justicia y la verdad?
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