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de cada día es necesario y el mismo Cristo nos enseña a pe– dirlo en la oración del Padrenuestro. Pero el pan no debe ser nunca la única ni la más importante tarea de nuestra vi– da. Comemos para vivir y vivir a plenitud; no vivimos para comer. -- El tantador invita también a Jesús a probar su autori– dad, mediante el prodigio y de ese modo tentar a Dios y resaltar su propio poder. Jesús rechaza la tentación porque está seguro de su misión y no tiene necesidad de ponerla a prueba. Y porque sabe que la autoridad no es en ningún caso afán dictatorial o dominio des– pótico de los subalternos, sino un medio de servicio y atención a quienes están bajo sus órdenes. El cristiano, como todo ser humano, se ve envuelto tam– bién en esta tentación que lo lleva a veces a sucumbir al autoritarismo y la demostración de la propia fuerza. Nos gusta más dominar que ser dominados, mandar que obede– cer, ser servidos que servir. Pues bien, aquí tenemos un ejemplo claro de lo que debe ser todo cargo o autoridad. Cristo nunca "aplastó" a nadie ni ejerció dominio desper– sonalizante sobre sus discípulos. Les dio ejemplo de simpli– cidad y buen trato. - También se le invita a Jesús en las tentaciones a poner a prueba su poder adueñándose del mundo y ponién– dolo a sus pies, pero sometiéndose a la vergüenza de adorar a falsos ídolof para conseguirlo. El resalta su fe profunda en el Padre, único Dios verdadero en quien hemos de creer y quien no debe ser suplantado por nadie. Todos los bautizados han de examinarse sinceramente para ver si realmente no "transigen" o rompen con las exi– gencias de su conciencia, para ganar así un poco más de di– nero, tierra o dominio. Debemos trabajar por superarnos, pero jamás vender nuestra conciencia por unas "lentejas". Jesús sabia muy bien que los judíos esperaban un Me– sías capaz de privilegiarles como pueblo y raza entre todos los demás pueblos de la tierra. Este Mesías debería comen- 34
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