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7. Seréis tentados "Luego fue llevado Jesús por el es– pl'ritu al desierto, para ser tentado por el demonio. Y, después de ayu– nar cuarenta d(as y cuarenta no– ches, al fin sintió hambre. Acercó– se/e el tentador para decirle: Si real– mente eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en pan" (Mt4, 1-12). El ayuno que Jesús realiza para acercarse a Dios y prepa– rarse para su misión repite lo que hizo también Moisés en el Sinaí y Elías en Horeb. En el momento mismo en que Jesús se siente agotado físicamente surgen las tentaciones. La hartura es mala consejera, pero también el hambre pro– picia calamidades y determinaciones peligrosas. Jesús es tentado con los falsos ideales mesiánicos de la época. Pero Jesús, triunfa a diferencia del pueblo escogido que cayó en la tentación. Jesús es astutamente tentado por el diablo sobre "materias" sumamente codiciadas por el co– mún de los seres humanos. Es invitado a darle a lo material un valor absoluto. Convertir las piedras en pan para saciar su necesidad es tanto como decirle que se preocupe, sobre todo, de comer, olvidando otras necesidades humanas y espiri– tuales. El Señor le responde: "No sólo de pan vive el hombre. Dios tiene otros muchos medios para dar vi– da" (Mt 4, 4). La tentación de lo material es constante y más en estos tiempos de exacerbado consumismo. Por eso hay tantos que han sucumbido y no viven más que para ganar, aumen– tar sus caudales y tener una plena seguridad física. El pan 33
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