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la de los jefes de las sinagogas. Su riqueza no se cifraba en las vestiduras o en los medios con que se presentaba, sino en su interior. Creía que Jesús era el Mesías y en su nom– bre predicaba fogosamente la conversión, sin temor al mar– tirio. El critica los sacrificios realizados en el templo sin ver– dadera fe, e insiste en predicar que lo más importante es la conversión del corazón, el cambio de vida. Juan debe ser tenido por el cristiano como un verdadero modelo de fe. Pudo aprovechar la oportunidad e inclinar las masas hacia su persona, pero siempre dejó bien en cla– ro que Cristo era el que debía crecer y él disminuir. Amó a Cristo y por eso le llamó "cordero de Dios" y "esposo". Fue tanta su humildad ante la persona de Jesús que San Agustín, haciendo gala de su destreza literaria, dice que murió decapitado para demostrar aún físicamente que él era inferior a Cristo. Lo que conmovía a las multitudes que le escuchaban era su testimonio de hombre entregado a una causa, a una mi– sión. Se sentía libre al anunciar la presencia del Señor y no temía ser perseguido por ello. No satisfizo a Herodes en sus caprichos y reprobó públicamente su vida amoral. Juan Bautista es para todos los bautizados: - un modelo de fe en Cristo. No pesaba en él el miedo a la ley o el interés personal. Cristo, su Persona, su Obra y su Vida, le persuadieron de que sería realmente útil poniéndose a su disposición; -- un ejemplo de coraje. No se amilanó ante la persecu– ción. Era fiel a la verdad y no se dejaba comprar por la adulación, el dinero o el poder; - un ejemplo de humildad. Jamás se atribuyó dones que no poseía. Su persona no pretendía otra cosa que re– flejar la de Cristo; un testimonio palpable de fidelidad a la propia voca– ción. Sabía que su papel era hacer de Precursor y

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