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5. Un hombre con arrojo "En ese tiempo se presentó Juan Bautista en el desierto de Judea, predicando de esta forma: "Cam– bien su vida y su corazón, porque está cerca el Reino de los Cielos'~ De él hablaba el profeta lsa(as al de– cir: "Una voz grita en el desierto: preparen el camino del Señor. Alla– nen sus senderos" (Mt 3, 1-4). Juan Bautista ~ra hijo de Isabel, prima de María, lama– dre de Jesús. Según el mismo evangelio (Le 1, 41) Juan aceptó a Cristo aún antes de nacer, ya que cuando María visitó a Isabel para asistirla en los últimos meses de su em– barazo, saltó el niño en el seno materno de alborozo. Juan fue, con María y José, de los primeros que deposi– taron toda su confianza en Cristo. Sin envidia alguna, cons– ciente de su misión de Precursor, presentó a Jesús ante el pueblo judío como Salvador. El insistía en preparar los co– razones de los habitantes de Israel para recibir al Mesías, exhortándolos a la práctica de la justicia y al arrepenti– miento de sus pecados. Juan quiere hacer comprender al pueblo israelita que la venida de Cristo cambiará el rumbo de su historia religio– sa. Por eso bautiza con agua, tratando de lograr el arrepen– timiento y la conversión del pueblo y así prepararlo para recibir posteriormente el bautismo "én fuego y en el Espf– ritu Santo". Juan vestía como un profeta pobre y comía lo que cual– quier beduino del desierto. De esa manera su figura con– trastaba con la de los dirigentes políticos de su país y con 27

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