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4. El camino del exilio "Así que partieron (los magos) un ángel del Señor se apareció en sue– ños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto, y quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes ha de buscar al niño, para quitarle la vi– da. José se levantó, tomó de noche al niño y a la madre y partió" (Mt 2, 13). Mateo recalca el hecho de que Cristo, a semejanza de sus antepasados y del pueblo judío, ha de padecer el destierro y la angustia durante toda su vida. Por eso cita dos pasajes del A.T., el de Oseas que ve en el éxodo de Egipto un cami– no de liberación, y el de Jeremías que expresa la predilec– ción de Dios por su pueblo, Israel. Mateo quiere decir que Jesús, al sufrir el exilio, se revela como Redentor, Hijo de Dios y Mesías, cumpliendo todo lo anunciado desde antiguo por boca de los profetas. José y María, conscientes de los caminos misteriosos de Dios, no inquieren el motivo por el que deben huir, ni si– quiera piden ser protegidos. Ellos aceptan, sin más, la orden de Dios y se ponen en camino, dispuestos a afrontar los peligros y los rigores sicológicos de vivir en medio de extraños. / En Egipto, sintiéndose extranjeros y siendo considera- dos como tales, tuvieron que comenzar de nuevo: alquilar una humilde habitación, montar el taller, hacer amigos y ganarse el pan de cada día. 24
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