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convicción de que podía obrar como Dios. Sabía también que debía retirarse a veces para que Jesús intimase asumo– do con el Padre. Ella era consciente de que no hacía otra cosa que ser instrumento. Lo virtuoso de María y de José es que, aún sin compren– der qué es lo que Dios quiere hacer de sus vidas, cambian su destino y lo acomodan a los planes de Dios. Su fe es sin– cera y consecuente. Por eso, la Iglesia ha conocido a María un lugar impor– tante en el plan de salvación trazado por el Padre desde an– tiguo y realizado en su plenitud en Cristo. Ella fue el ins– trumento usado por Dios para dar figura humana a Cristo: Ella aceptó su misión humildemente y se preparó a con– ciencia para cumplirla. Ella creyó en Cristo como el envia– do del Padre y se sometió a sus mandatos. Alguien ha dicho: "En María el Salvador reconstruye a la mujer, es retomado el designio que Dios tuvo en su prin– cipio, en la ley primera que se violó dando apertura a to– das las deformaciones y a todos los dolores que pesan so– bre la familia humana. María es la mujer que fue preserva– da por puro amor de Dios, para que pudiera ser el funda– mento de la reconstrucción. El principio del ser es siempre Dios. El que lo engendra todo es siempre el Espíritu infini– to de Dios.. En María las líneas estructurales de la mu1er se rehacen en perfecta armonía". Un creyente debe admitir que el que salva es Cristo y el centro de nuestra fe también debe ser Cristo. Pero no pue– de menos de profesar un entrañable amor a Mar fa porque ella es: - modelo de creyentes; - la primera cristiana; - elegida por Dios entre todas las mujeres; - fiel al plan divino, al cual sacrifica todos sus planes propios. 19

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