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33. Hemos recibido sus dones "El Ser'íor de los cielos es como un hombre que, al partir a tierra lejana, reunió a sus servidores y les enco– mendó sus pertenencias. Al primero le dio cinco talentos; a otro le dio dos y al tercero sólo uno; a cada uno según su capacidad, e inmedia– tamente se marchó" (Mt 25, 14). Es importante leer con cierta atención esta parábola. Ella puede dar sentido a nuestra vida, aunque personalmen– te hayamos llegado en ocasiones a pensar que no la tiene. Es necesario convencerse de que todos tenemos una mi– sión que cumplir. Dios no crea a nadie inútil. El mudo, el sordo, el lisiado, el enfermo, todos tienen un papel que de– .·;empeñar en la vida, aunque no lo veamos a primera vista. No todo puede ser felicidad, salud y vigor. La debilidad y el dolor, la satisfacción y el gozo son valores contrapuestos para el hombre, pero absolutamente ligados para Dios. Si en verdad nos sentimos cristianos y esperamos la reali– zación del Reino de Dios, no podemos quedarnos con los brazos cruzados. Cada uno ha de poner a rendir sus dones v carismas personales. Lui., que recibieron cinco y dos talentos, respectivamen– te, m',;ociaron con ellos. Es decir, se sintieron responsables al recibirlos y trataron de multiplicarlos. Por eso el señor posteriormente les confió más porque vio que eran dignos de asumir responsabilidades. En cambio, el flojo que escon– dió su talento por miedo se parece a quienes reciben la fe de sus mayores, pero no la asimilan ni la sienten. Viven de espaldas a las exigencias del Reino. A estos aún lo poco se 118

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