BCCCAP00000000000000000000502

Pero Dios rechaza la riqueza que es dueña del corazón del hombre y la que se tiene como fruto de la injusticia. El mundo ne está a merced de unos pocos y en contra de la mayoría. Dios quiere que todos se sientan hermanos y compartan los trabajos y las satisfacciones de la vida. El cristiano debe valorar justamente la pobreza abrazdda por el Reino de Dios, y ha de justificar honestamente su ri– queza si la posee. Su lucha nunca debe acabar cuando se trata de combatir toda posesión o deleite humano que lo aparte de Dios. La verdadera riqueza no reside en la hacien– da, el banco o la fortuna industrial que uno posea, sino en los valores humanos cristianos que cultive. El rico debe darle gracias a Dios por sus bienes, compar– tirlos justamente con los demás y no dejarse dominar por ellos. El pobre ha de luchar por salir de su estado de pobre– za, mediante legítimas aspiraciones, el trabajo y el reclamo de la justicia. Y el pobre por el Reino de los cielos ha de sentirse satisfecho con el bien que hace. PREGUNTAS PARA EL DIALOGO - ¿Soy rico? ¿Cómo uso mis riquezas? -- ¿Tengo riquezas porque otros se han empobrecido? - ¿Soy pobre? ¿Exijo mis derechos y cumplo con mis deberes? - ¿Tengo apegado el corazón a las cosas materiales, o valoro la pobreza evangélica que Cristo me propone? 104

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz