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a los conflictos. Si las cosas no funcionan entre la pareja no parece la salida más inteligente y eficaz el divorcio. Ten– drán que reconocer primero la parte de culpa que les corresponde y reexaminar sinceramente sus posiciones. El matrimonio cristiano concede a los esposos "gracias" para enfrentar con serenidad lo::- momentos de prueba. Preciso es decir que, exceptuados algunos casos de verdadera in– compatibilidad, b mayoría de los matrimonios que se plan– tean el problema del divorcio fallan en aspectos fundamen– tales: Lo que se ha de corregir no es el matrimonio como estado, sino la forma y manera como se recibe y se practi– ca. El mismo Cristo advierte que hay quien está incapacita– do p:ira contraer matrimonio. Y no sólo se refiere a quienes biológicamente no pueden ser padres o madres y relacio– narse físicamente con el otro. Alude tamhién a quienes, de– bido a su egoísmo o a su incapacidad para entregarse y compartir, a su absoluta falta de madurez, no deben em– barcarse en el matrimonb, por ser esta una empresa que exige to.tal donación y sacrificio. El matrimonio es algo bueno, ya que fue instituido por el mismo Dios como forma de complementarse hombre y mujer y como manera apta para prolongar la especie hu– mana. La familia, iniciada en el matrimonio, es la pieza cla– ve para que funcione la sociedad y se realice la Iglesia. Es un estado al que pueden acceder quienes se sientan capa– citados para ello. A través de la vida familiar y matrimo– nial d-Jb1m santificarse los esposos y "realizarse" los hijos. Pero si tiene sentido &l matrimonio, también la tiene la soltE. di aceptada por un motivo sublime o una necesidad existencial. Y lo tiene, con mayor razón, el celibato adop– tado libremente por el Reino de los cielos. Esta última es una forma de vida grata a Dios y útil a la Iglesia para la cual no están todos dotados. Nadie es capaz de vivir una vida matrimonial perfecta sin la ayuda de la gracia y sin atribuirle a tal estado la dignidad que posee. Tampoco se comprende la virginidad si no se la 100