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JESUS VENCEDOR DE SATAN Mirad ese hombre joven que sale del valle del Jordán, y dejando los caminos polvorientos y trillados de los vian– dantes y cabalgaduras, marcha con acelerado paso poli el campo hirsuto para internarse en la región inhóSpita del desierto. Es Jesús de Nazaret. Recibido el bautismo de las ma– nos de Juan, el ímpetu amoroso del Espíritu Santo le lle– va a la soledad para templar su alma en la oración y sos– tener una horrible lucha con el espíritu de las tinieblas. Al Noroeste de Jericó se yergue sobre la planicie una extensa colina llena de escabrosidades. En ella no hay más que rocas peladas con profundas barrancas y torrente– ras. La vegetación, en gran manera, escasa, se reduce a cardos, espinos y carrascos. Numerosas fieras como lo– bos, leones, leopardos, raposas y chacales tienen allí sus guaridas. En esta tierra no resuenan voces humanas, sino los aullidos de las fieras. Y cuando éstas callan, se oye tan sólo el rodar de alguna piedra o el arrastrarse de algún reptil por la hojarasca, o el vuelo de algún ave de rapiña. Hay momentos en que todo calla, y este silencio profundo es por demás impresionante. Por el día el cielo se tiñe de intenso azul y en medio 50