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LA VOZ DEL DESIERTO Era el año 15 del imperio de Tiberio César. Poncio Pilato regia como Gobernador la Judea. En Galilea He;ro– des ocupaba la tetrarquía. El pontificado lo ejei::,cían Anás y Caifás. En el desierto de Judea un hombre llamado Juan. hijo de Zacarías. vivía entregado a la penitencia y a la oración. Vestía una túnica corta hecha de pelos de came– llo que le servía de cilicio, y un ceñidor de cuero apre– taba sus lomos. Su aspecto era grave y austero. Su rostro moreno aparecía tostado por los soles y aires del desierto; en parte estaba cubierto por una hirsuta y espesa baroa negra. Una larga y abundánte cabellera caia sobre sus espalpas. En sus ojos vivos y penertrantes brillaba un al– ma .de fuego. Comía sólo para sustentar su vida, y su ali– mento eran langostas y míel silvestre. Más notable que su penitencia era su oración. Oraba de día y de noche. Ya se recogía en una cueva y allí se entregaba a la contemplación de los divinos misterios. Ya en pleno campo, al cantacto con la naturaleza, alababa y bendecía a Dios. Por la noche clavaba sus ardientes pu– pilas en la bóveda inmensa del firmamento tachonado de estrellas, y a semejanza de David exclamaba: iOh Seño,r, oh Dueño nuestro! iCuán admirable es tu nombre en toda la tierra, pues encumbraste tu majes– tad por encima de los cielos'
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