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A vista de ellos, suavemente se 1ue elevando, elevan– do al cielo con la serena majestad de un Rey que es Se– ñor de todo lo creado. Pero una nube que flotaba en el espacio azul vino a envolverlo y ocultarlo a sus mi,radas. Ellos seguían con los ojos fijos en el cielo, deseando divisar de nuevo el rostro o el vestido de su adorado Maes– tro. Todo inútil. Dos personajes vestidos de blanco se aparecie,ron sobre sus cabezas y les dijeron: - Varones de Galilea, ¿qué estáis mirando al cielo? Ese Jesús que ha sido llevado de entre vosotros al cielo, vrnd,rá así como lo habéis visto subir allá. Los discípulos se sentían inundados de gozo; pero también los embargaba una dulcísima nostalgia. La ausen– cia del Maestro era un dolor de amor que les punzaba y recreaba el corazón. A sus labios se asomaba, sin duda. algo parecido a lo que expresa el poeta castellano: ¿y dejas, Pastor santo, tu grey en este valle hondo, oscuro. con soledad y llanto; y tú. rompiendo el puro aire, te vas al inmortal seguro? Regresaron a Jerusalén inundados de íntima alegría, alabando y bendiciendo a Dios. A su mente venía lo que un día oyeron de los labios del Señor Jesús al aparecér– seles en un monte de Galilea: - Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tie– rra. Id, enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo... YO ESTARE CON VOSOTROS SIEMPRE HASTA LA CONSUMACION DEL MUNDO. 255

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