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III. - "Señor mío y Dios mío" El dia de la resurrección del Señor había transcurrido para los discípulos, entre temores, sobresaltos, abatimien– tos y algunas luces de' esperanza. Las mujeres contaban cómo habían visto los ángeles sentados en el sepulcro, los que afirmaban haber Jesús resucitado. Ellas mismas ha– bían sido testigos de su aparición. Dos discípulos haciendo el viaje a Emaús se encontraron con El, y habían regresado contando cómo lo habían visto en el camino y cómo lo habían reconocido en la fracción del pan. Hasta Pedro admitía el hecho milagroso y se decia habérsele apare– cido. Con todo, vapos se mostraban reaccios para dar crédito a tales afirmaciones. Todo les parecía alucinación de mujeres. El día había declinado. La noche había tendido su negra clámide. Se hallaban reunidos en el Cenáculo, don– de habían recibido las últimas instrucciones de su que– rido Maestro y las postreras pruebas de su amor. Estaban temerosos de los judíos, pues la huida de los soldados del sepul9ro, les podía traer complicaciones y por ello ser perseguidos. Ya corría la alarma de que los discípulos del Nazareno habían robado su cuerpo. Llenos de miedo, ha– bían cerrado bien las puertas, para que nadie entrara a molestarles. Allá permanecían clausurados, a la luz de lámpara 245 17. - Jesús ele Nazaret

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