BCCCAP00000000000000000000501

I. - Mañana de gloria Era el tercer día de la muerte de Jesús. Aún brillaban en la bóveda del cielo los últimos luceros como rayos de esperanza. María Magdalena, María de Santiago y Salomé salían de Jerusalén envueltas todavía en las sombras de la noche, aunque ya por el Oriente se notaba un débil claror. El alba íniciaba su nacimiento. La víspera, aquellas piadosas mujeres habían compra– do esencia de nardo y loto y las mezclaron con óleo pu– rísimo. Estos perfumes depositados en ánforas los llevaban en las manos y se dirigían al sepulcro de Jesús para ungir su cadáver. La frescura matinal aca,riciaba sus rostros, y la calma de la naturaleza inundaba sus corazones de una dulce melancolía. De repente se sintió un temblor de tierra. Un extraño resplandor como un relámpago llegó a percibirse. Es que allá en el sepulc,ro de Jesús, mientras ellas ca– minaban, se realizó el milágro más estupendo. Un ángel del Señor rodó la piedra y sentóse encima. Su rostro bri– llaba como el rayo y su vestidura era blanca como la nieve. Jesús radiante de gloria había salido de la tumba por su propia virtud. Los soldados que hacían la guardia, que– daron aterrados y cayeron al suelo como muertos, mas luego repuestos del terror huyeron. 237

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz