BCCCAP00000000000000000000501
-Aquél -- contesta Jesús a quien yo diere el bo- cado que voy a mojar. Diciendo esto, toma el bocado, lo moja y se lo da a Judas. Este gesto de Jesús no era sino una señal de dis– tinción, de cariño. Para Judas era también la postrera aldabada del divino Corazón de Jesús. Pero Judas se obsti– nó en su maldad, y probado el bocado, Satanás entró en él. La iniquidad llegó a su colmo. Jesús le dice como dándole un encargo. -- Judas, lo que has de hacer, hazlo pronto. --- Voy -- respondió Judas saliendo del Cenáculo. Los demás pensaban que iría a cumplir una orden del Maestro, pues tenía la bolsa y él había de comprar lo ne– cesario para la fiesta y también dar a los pobres las co– rrespondientes limosnas. Salido Judas, parecía que se había disipado la nube que ensomb¡ecía el Cenáculo y conturbaba el alma de Je– sús. Fuera se tendían las tinieblas de la noche. Jesús había recobrado su habitual dulcedumbre. Abre sus ojos y su mirada parece perderse en la lejanía de los mundos y los siglos; abre su boca y exclama con voz dul– císima, mirando al cielo: - Ahora ha siclo glorificado el Hijo clel hombre y Dios ha sido glorificado en El. Tras esto, con gesto inimitable, toma en sus santas y venerables manos el pan. Al tomarlo su rostro se trans– figura. como si en él se reflejaran todas las hermosuras del cielo y de la tierra. En tanto reina en la sala un pro– fundo silencio. Hasta parecen sentirse los latidos del co– razón de Jesús y el respiro de su pecho. Los apóstoles hon– damente conmovidos contemplan el rostro transfigurado de Jesús y aguardan a que hable. Con tal atención escu– chan que semejan contener la respiración. Jesús toma el pan en las manos, levanta los ojos al cielo. bendice el pan y lo reparte entre ellos, diciendo: 213
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz